sábado, 29 de diciembre de 2012

Sobre el «Iris de los sueños»

Escrito por Rodolfo Sánchez Garrafa

Un día antes de presentar mi más reciente libro Iris de los sueños recibí esta afectuosa y estimulante misiva:
Apreciado Rodolfo:/ Sé que el día de mañana es trascendental para tu vida multifacética; pues, por segunda vez harás sentir y gozar a muchas personas que gustan de versos taladrantes de cuerpos y espíritus, así como despertarás en otros el deseo de acercarse al mensaje arrullador o arrollador de los poemas que brotan de la experiencia y el sentimiento. / Entiendo que tus versos serán muy bien recibidos por los viejos, quienes los saborearán como ambrosía de los dioses, y por los jóvenes con el alma abierta para recibir la mies del canto esperanzado. / Rodolfo, recibe mi fuerte abrazo y mi calurosa felicitación con un sonoro: Kawsachun Harawiq. / Luis Negrón Alonso/ Sikuta.


El árbol de las palabras
Lucho sabe cuánto lo aprecio. Sus buenos deseos fueron de alguna manera premonitorios. Lima es, como todos sabemos, una ciudad populosa; sin embargo, suele ser difícil convocar rápidamente a las personas que uno quisiera, por los mil y un obstáculos que se interponen: la distancia, el horario, las ocupaciones múltiples y disímiles de cada quien y, finalmente, el interés que puedan o no tener sobre la materia a tratar, etc. Por eso, tengo una deuda de gratitud con todas las amigas y amigos que para satisfacción mía colmaron las instalaciones del Instituto Raúl Porras Barrenechea de la UNMSM, cuyo local se halla en Miraflores.



Era de esperar que aquella noche muchas de las personas queridas estuvieran ausentes por razones imponderables, pero más allá de lo esperado también el corazón fue premiado en sus anhelos, con el reencuentro que vence a los años. Pude abrazar a inolvidables compañeros de la infancia y la juventud como Miguel Yépez Sánchez y Abel Adrián Ambía (en la universidad nos conocerían un día como los Tres Ases). Pude confirmar que al paso del tiempo, había hecho una buena cosecha de valiosas amistades: mis actuales compañeros de trabajo, todos sin excepción, apreciadas y apreciados colegas de otros tiempos, andantes de caminos comunes, amantes de singulares estrellas, guerreras y guerreros de la vida, cantores de gesta, guardianes de la tradición, innovadores, la prole felizmente insinuada.

La presentación del libro estuvo a cargo de Teófilo Gutiérrez Jiménez, escritor nacido en Jaén-Cajamarca. Él estudió en la GUE San Miguel de Piura y Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y ha publicado Tiempos de Colambo, libro de cuentos en 1996; Colina cruz (Hipocampo Editores, 2009). En su trayectoria destaca su condición de colaborador de los diarios La Voz, La República, Ojo y en la Revista Somos de El Comercio. Obtuvo Tercer Premio Copé de Cuento en 1989, y en el 2004 el Primer Premio de Cuento 500VL-Municipalidad de Lima.  Recientemente antologado por Roberto Reyes Tarazona como uno de los narradores representativos de los años ochenta (Editorial Universitaria 2012). Creador y director en ejercicio del sello Hipocampo Editores.

Los comentarios críticos correspondieron a María Luz Crevoisier Mendizábal, escritora nacida en Cusco. Ella proviene de una familia de intelectuales y artistas, entre los cuales destaca el artista indigenista Benjamín Mendizábal Vizcarra. Estudió Literatura y Periodismo en la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cuzco. Fue miembro fundadora de la Asociación de Jóvenes Escritores y Artistas de su ciudad natal. Se inicio en el periodismo en El Comercio diario principal de la Región. Ha desarrollado su carrera profesional en diversos  medios de Lima. Actualmente colabora con la página de opinión  de El Peruano. Escribe cuentos, relatos diversos que editó y edita en Anubis.  Desde los 13 años escribe poesía y no ha cesado ni cesará  nunca en este ejercicio, inclinación, vocación o como se le  quiera denominar.

Iz. a Dcha.: Armando Arteaga Núñez, María Luz Crevoisier Mendizábal,
 Teófilo Gutiérrez Jiménez y Rodolfo Sánchez Garrafa
El Segundo comentarista crítico de la noche fue Armando Arteaga Núñez, escritor y periodista nacido en Piura en 1952. Él realizó estudios de arquitectura en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Artes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Estudió en la Academia de Cine, bajo la dirección del cineasta Armando Robles Godoy, en el Club de Teatro con Reynaldo D’Amore, y en el TUNI con Atahualpa del Chioppo. Ha sido crítico de cine en el diario Expreso y editor de la página editorial del diario Gestión. Actualmente es director del Instituto de la Tecnología y la Cultura Andina (ITECA). Entre sus principales publicaciones destacan: Callejón Sin Salida (poesía, 1986), Un amor en que aún (poesía, 2000), Terra Ígnea (poesía, 2004), Cuentos de Cortometraje (narrativa, 2002). Tiene, además, una frondosa obra poética dispersa en diversas revistas, tales como Ave Destino, La Sagrada Familia, Macho Cabrío, Kilka Blues, Hipocampo de Oro y otras.

Lo dije aquella noche: luego de la natural ansiedad que procuran los hechos que quedan fuera de control, me sentí abrumado por las opiniones vertidas. En verdad es necesario verse de cuando en cuando en el espejo, para alimentar el ego, con la moderación del caso, recordando lo sucedido a Narciso, quien acabaría lanzándose a las aguas de una profunda fuente; es obvio que la crítica ayuda a mirar mejor las cosas, a pisar con firmeza, a tomar conciencia de nuestras limitaciones, a organizar nuestra visión del horizonte.

Fue una satisfacción especial contar con la presencia de José Tamayo Herrera, sin duda el historiador cuzqueño más notable del Siglo XX, un gran intelectual y él mismo un crítico versado en materia de arte en general y de poética en particular. Le tributamos un modesto pero sincero homenaje de admiración y reconocimiento.


Cabe hacer un breve recuento de los antecedentes que preceden a Iris de los sueños. Aunque mi afición por escribir creativamente viene desde la primaria, mi valoración de la poesía como arte accesible es de los años de adolescencia en  adelante. Como todos los jóvenes de mi época, me familiaricé con la lírica del Siglo de Oro español, pero gusté mucho los romances de origen. Poco después, el romanticismo de Becker y luego el modernismo con Rubén Darío en la cumbre, por el preciosismo de su lenguaje y la musicalidad de sus rimas, terminaron por cautivarme. Mis primeras lecturas poéticas incluyen a Amado Nervo, Espronceda. La contemporaneidad tiene para mí el signo magistral de Neruda, sus caminos expresivos dominan la escena poética; después de él encuentro calideces particulares y profundas en diversas tiendas: Robinson Quintero y Piedad Bonnett de Colombia, Enrique Lihn de Chile, José  Watanabe y Antonio Mazzotti de Perú, por ejemplo.

A mi padre le disgustaban los aficionados a ejecutar música, aún cuando él mismo era un aceptable mandolinista, detestaba a los borrachos y, sentía lástima por los poetas. Por tal razón mi vocación poética fue por mucho tiempo subterránea. Sólo en los últimos años de la secundaria pude liberarme de ese condicionamiento. Tuve buenos profesores de literatura que valoraron mis escritos y leí, leí mucho, por esos años conocí la producción de Vallejo aunque debo ser sincero que no llegaba a entenderlo a cabalidad.


Gané concursos de poesía en mi Colegio Ciencias y, en una ocasión, un certamen interescolar organizado por el Club de Leones del Cuzco, habiendo obtenido un diploma que conservo y un premio pecuniario que gasté en parte invitando a mis compañeros de promoción dándome aires de adulto. Escribía poemas para algunas chicas que recibían con agrado mi correspondencia y aprecié lo que algunas de ellas escribían no necesariamente para mí.

En la Universidad San Antonio Abad, estudié derecho y antropología, así en ese orden de importancia y dedicación. Finalmente, descubriría que mi verdadera vocación estaba en entender al hombre como creador de cultura. El derecho me permitió acceder al manejo de la lógica jurídica, que sería siempre un referente indispensable en mi vida de investigador social. Mi profesión de antropólogo afirmó una sensibilidad humana particular y un cariño inmenso por el legado cultural de nuestros pueblos, creo que esos valores y principios tiñen toda mi obra científico social y, principalmente, mis escritos literarios.

No puedo decir que algunos poetas cuzqueños hayan influido tempranamente en mí. Mis lecturas serias de poesía cuzqueña fueron tardías. Avendaño, Pérez Ocampo, Alencastre, se cuentan entre mis favoritos. De mi generación relativa gusté leer a Osorio, Mendoza, Crevoisier, Ramírez, entre otros (algunos de ellos más jóvenes que yo). Además de los ya mencionados puedo decir que conozco la poesía de Luis Nieto, parcialmente la de Rozas Parravicino, Brozovich y Pantoja. De hecho, nunca pertenecí a un grupo literario; no obstante, fui un animador cultural en colegio, con la publicación de los consabidos periódicos murales y de una revista llamada “Horizonte” apoyada por Santiago Guillén.

Ocasionalmente publiqué unos poemas en el Diario El Comercio, donde una distinguida periodista editaba una página literaria. Fui amigo desde entonces de Abel Ramos Perea. En 1961 circuló una versión a mimeógrafo de un primer poemario mío titulado “Versos de Acuarela”, del cual sólo uno de mis hermanos guarda un ejemplar. En 1995 presenté en la Cámara de Comercio del Cuzco el libro “Por las Calles del Sol” que ahora conoce una segunda edición, también con el sello de Hipocampo Editores.


Siempre recité poemas ajenos. En la madurez me mostré públicamente unas pocas veces. Pienso que quien diga conocerme sin haber leído mi producción poética no me conoce a cabalidad. Los seres humanos somos un universo multidimensional, siempre fuimos multifacéticos. Al publicar poesía me brindo abierta y sinceramente a los demás. Siento a la poesía como lo más próximo al pensamiento filosófico e incluso metafísico. Creo que el tránsito del elitismo y del academicismo a una expresión más coherente con una realidad heterogénea y pluricultural es la nota saltante en la poética nacional de este tiempo.

De no ser por las personas que me inspiraron amor, es seguro que no estaría escribiendo estas líneas, que deseo sirvan para agradecer, una vez más, a todos quienes me han prodigado su amistad y su compañía, necesarias condiciones para reconocerme y sentirme humano.

No has muerto/ Te has diluido simplemente/ Tus señales se hicieron humo/ Un grillo dejó de saltar en tus venas/ La alondra enmudeció en tu ventana/ Pero tú no has muerto.


Lima, diciembre de 2012.


sábado, 8 de diciembre de 2012

EL POETA OCULTO

Una urbe de tanta tradición como el Cusco esconde sorpresas para los amantes de la poesía.

Un autor que merece ser conocido es Rodolfo Sánchez Garrafa, antropólogo y abogado que viene incursionando con solvencia en las letras.
 
Escribe: María Luz Crevoisier*
 
En Cusco, cuando se quiere expresar un pensamiento, se habla en poesía. Especialmente si quien lo hace es joven y está enamorado, por eso los requiebros, y mejor aún si son en quechua, parecen una suerte de versos.
 
Tal vez ello se deba al telurismo de la ciudad puma o a la herencia incásica del harawi, que pervive en su gente como una milenaria tradición. De ahí que existan numerosos poetas, aunque no todos logran trascender los límites locales, que forman parte de su historia cultural como Abraham Vizcarra, romántico al estilo de Lord Byron y Shelley, pero conservando el alma quechua de su medio; el modernista Benjamín Mendizábal; el "Cholo" Luis Nieto; Raúl Brozovich, surrealista e irónico; y Gustavo Pérez Ocampo, de estilo neoromántico, entre otros más.
 
En los años 60 surgieron las agrupaciones Elemento y la Asociación de Jóvenes Escritores y Artistas del Cusco (AJEAC), en los que se agruparon poetas universitarios tanto de la Ciudad Imperial como foráneos. Posteriormente, encontramos a las poetas Carmen Escalante, Grimanesa Paredes y Grizie Aguirre, esta última además de escribir poemas, es una excelente declamadora. En el tercer milenio tenemos los nombres de Williams Dávalos, Miguel Paz, Iván Yauri, Odi Gonzales,Martín Zúñiga y otros.
 
Los vates de los años 50, 60 y 70 tienen algo en común. Casi todos se dedicaron a la enseñanza o al periodismo. Sin embargo, no todos ejercieron esas disciplinas y quizá por ello son menos conocidos. Este es el caso de un poeta que además es abogado y antropólogo.
 
Autor. Cusqueño Rodolfo Sánchez Garrafa es dueño de una pluma destacada.
Nos referimos a Rodolfo Sánchez Garrafa, nacido y educado en Cusco, quien descubrió su vocación poética desde los años escolares cuando estudiaba en el Colegio Nacional de Ciencias y, como los jóvenes de su generación, se dejó llevar por los versos líricos del siglo de oro español. Pero en su caso, también con el modernismo de Rubén Darío, Amado Nervo, Juan Ramón Jiménez y otros más.
 
Los periódicos murales de su colegio –esos espacios que ayudan a descubrir talentos– fueron los primeros en acoger sus poemas. Más tarde, colaboraría con la página sabatina de Artes y Letras del diario El Comercio del Cusco. Pero antes, en 1961, aún siendo colegial, editó al mimeógrafo su primer poemario, Versos de acuarela. En Lima y en 1995 Hipocampo Editores le publicaría Por las calles del Sol.
 
Ahora tiene en prensa Iris de los sueños, que también lleva el sello de Hipocampo Editores y cuya presentación se realizará el miércoles 12, a las 18:30 horas, en el auditorio del Instituto Raúl Porras Barrenechea de Miraflores (calle Colina 398).
 
¿Cómo influyó la antropología en las creaciones de Sánchez Garrafa? Según sostiene, afirmó su sensibilidad creando un cariño inmenso por el legado cultural de nuestros pueblos. También nos confiesa que el derecho le permitió acceder al manejo de la lógica jurídica, la cual le sirve como referente en su vida como investigador social. Al final, ambas especialidades nutren sus versos.
 
Su apertura a la creación poética no se dio abiertamente, pues su padre sentía rechazo tanto por los músicos –siendo él mismo mandolinista– como por los poetas, a quienes calificaba de ineptos y borrachos. Su liberación, el poder decir aquello que sentía sin limitaciones, le llegó los últimos años de secundaria, gracias a excelentes profesores de Literatura que lo motivaron a continuar por ese rumbo. Algunos poemas destacables suyos son "El ala sobre el rostro", "Simple caña" y "Alguien está ahí".
 
Poema El ala sobre el rostro
"Un ánima en la tarde/ la hora de la noche cercana/ Un ánima con el ala sobre el rostro".
 
La presentación del libro Iris de los sueños se realizará el miércoles 12, a las 18:30 horas, en el auditorio del Instituto Raúl Porras Barrenechea de Miraflores (calle Colina 398). Se trata de un texto de innovación.
 
* Publicado en el Diario “El PERUANO”-PAG. CULTURAL de 8 de diciembre del 2012.
http://www.elperuano.pe/edicion/noticia-el-poeta-oculto-51487.aspx
 
 


sábado, 10 de noviembre de 2012

"La morada del Rayo y el Amaru" de Carlos Bardales, en la Galería "Enlace"

 
Rosa María Vargas
Historiadora y curadora independiente

Durante este último año que vengo recorriendo galerías de arte en Lima, he notado que, lamentablemente, existen galeristas cuyos criterios de selección se basan en la escuela de arte de procedencia, los apellidos y a “cierta elite” a la que pertenece el artista (porque creen que así la gente de su entorno va a adquirir las obras que expongan).
 
Afortunadamente, existen algunas excepciones y galeristas cuyo criterio amplio, basado en la habilidad  del artista, sin importar condición social o escuela de procedencia habla muy bien de Ellos  y como ejemplo tenemos a la galería “Enlace”, que dirige de forma profesional y acertada el  Sr. Roberto Ascóniga  junto a su equipo, el cual lo integra la también curadora Silvana Vargas–Machuca Barrantes a quienes les hago partícipes de mi respeto y admiración  por apoyar el talento peruano y realizar muestras de buen nivel tanto en su galería como fuera de la misma. Justamente el día 17 de octubre acudí a la inauguración de la muestra de  un destacado artista del medio: Carlos Bardales.


Carlos Bardales (Lima, 1971), artista plástico egresado de la Escuela Nacional Superior Autónoma de Bellas Artes de Lima, con estudios en talleres de Arte y de análisis tanto en Ámsterdam (Holanda) como en Madrid (España). Actualmente radica en Cuzco y desde allí viene desarrollando su arte y en esta oportunidad  regresa a Lima para sorprendernos con una interesante propuesta  con su muestra “La morada del rayo y el Amaru”.

Claramente puedo apreciar que “La morada del Rayo y el Amaru”, va más allá de la fuerza misma de la naturaleza, que eleva y la enmarca a un nivel  espiritual, tomando como inspiración la cosmovisión del hombre a través del tiempo y del espacio. Formas y dibujos precolombinos y  elementos del arte virreinal también forman parte importante en esta muestra por la originalidad con la que Bardales ha ejecutado durante el proceso creativo de sus obras: El tallado en madera laminada en pan de oro, bronce, plata y aplicaciones de piedras naturales las fusiona en una armonía perfecta entre la naturaleza y el misticismo religioso, que  se aprecia recurrentemente  en su obra, al igual que el color Azul (color de Paz y al mismo tiempo de melancolía),  y es evidente la presencia de símbolos o códigos procedentes de  algunos  credos del orbe como el judaísmo y el cristianismo.


Así mismo, sus lienzos ,en los que predomina la técnica mixta, poseen una iridiscencia y reflejos  tales, debido a los tonos  metálicos, obtenidos (supongo )  base de láminas de pan de oro, bronce y plata  incorporadas a los lienzos (que según afirman algunos restauradores, dicha técnica con “pan de oro” se empleaba en el arte virreinal de la escuela cuzqueña y se le conocía como la técnica del “estofado”) Lo cual contribuye a  resaltar aún más su trabajo, sumado a las texturas empleadas aplicando  generosos empastes y pinceladas suaves para definir  y reproducir la belleza etérea de los rostros y cuerpos de sus arcángeles,  querubines y madonnas o vírgenes (quienes son algunos de los protagonistas de su obra), obteniendo así una producción artística  de buen nivel, técnica y sobre todo de un exhaustivo trabajo de investigación para conceptualizar de manera notable su  nueva propuesta.

Nota: La muestra estuvo abierta al público en la Galería “ Enlace”, Avenida Pardo y Aliaga 676, San Isidro, Lima – Perú, y fue visitada hasta el 10 de noviembre, de lunes a sábado de 11.00 am a 8:00 pm .
http://rosamariavargashistoriadoradelarte.blogspot.com/2012/10/mi-apreciacion-de-la-muestra-la-morada.html


Una acotación sobre el mismo tema

El miércoles (17.09.2012) en la noche se inauguró la muestra “La morada del Rayo y el Amaru” de Carlos Bardales en la Galería Enlace. Hacía meses que no me asomaba a esta galería ubicada en Pardo y Aliaga; el año pasado creo que iba una vez al mes y este año simplemente dejé de ir. Fue un descuido de mi parte, sin duda, porque había olvidado lo animadas que podían ser las noches sanisidrinas (¿quién dijo que las barranquinas eran las únicas buenas?).

Con influencias de la escuela cusqueña y el arte colonial, pero sobre todo con una interesante asimilación de corrientes contemporáneas, el arte de Bardales fluye ante nuestros ojos con un atractivo único y sugerente. Al trabajar con pan de oro o láminas de plata, estos cuadros de gran formato son como inmensas joyas que transmiten un mensaje estético a medio camino entre el clasicismo y el postmodernismo. Ciertamente, quedé encantado con la muestra.

En el transcurso de la noche me encontré con varios amigos como Miguel Samamé, José Medina y Carmen Alegre; conversé un rato con Paolo Vigo y me disculpé por no haber ido a su muestra reciente en Sala 58. También hablé brevemente con el gran Roberto Cores, con Julio Garay y con Hugo Salazar (extraordinario artista que expuso en Enlace hace un año; como curiosidad estoy incluyendo una de sus pinturas en este post), me dio mucho gusto verlo (no habíamos coincidido en ninguna muestra desde hacía meses).

Arion, octubre de 2012.


sábado, 13 de octubre de 2012

Biografía de una mascota



Un impulso, poco cauteloso pero comprensible, nos lleva a compartir con los amables blogistas este breve texto sobre el inquieto cuy que ilustra el pie de nuestra página con el nombre de “Yachaq”. Luis Negrón Alonso, amigo del alma, tuvo la generosidad de dedicárnoslo hace ya bastantes años. Este es mi homenaje a la amistad imperecedera, que cultivamos dentro y fuera de las cuyeras.


Escrito por Sikuta* 

Soy un simple aunque no anónimo cuy, nombrado por otros como cobayo o conejillo de indias, blasones éstos que consiguieron mis antepasados en los laboratorios experimentales, donde ofrendaron sus vidas en pro del ingrato hombre. Ahora ese quehacer ha sido trasladado a mis lejanos parientes, las ratas blancas, pardas, pero no a aquellas que habitan en las esferas de la burocracia dorada, los gobiernos regionales, locales y algunas ONGs. Vayamos a lo mío. 

Yo en mi mejor ángulo.
Qué riesgoso es ser mascota en el tercer mundo. Así empiezo a narrar mi corta vida, llena de vicisitudes y un final consabido, que tú ya sabes, pero lo referiré para ablandar tu rocoso sentimiento. 

Confieso que tengo envidia de mis congéneres que viven en el primer mundo, porque ellos son protegidos por la ley y básicamente porque no estoy dentro de su menú; pues, les produzco llanamente asco, repulsión, y ganas de vomitar, cuando me ven transformado en bocado. 

Mi historia no es tan reciente, porque hay noticias de mis antepasados desde tiempo remoto, que los arqueólogos identifican como el Pre Cerámico, aunque mi filogenia es más antigua. Acepto esa visión miope para no forzar tu comprensión y facilitar el trabajo de ellos, que siempre que encuentran osamentas de mi familia, la identifican como ofrenda sagrada. Pendejos. Lógico, si después de haberse comido mis pulpas, obviamente no pueden tragarse mis huesitos. Así que buen motivo para ponerme en el altar del sacrificio para los dioses. 

Luego estoy presente en las diferentes crónicas del siglo XVI, siempre como objeto sagrado o continente de proteínas y grasa para deleite de los siempre hambrientos hombres. 

¿Preguntan si tiro o no tiro? Pongo las pruebas al canto.

También aparezco en las diferentes narraciones del folklore como héroe sapiente, como el mejor fornicador y procreador de mi especie, que hasta me usan contrariamente en las propagandas de la planificación familiar, como si el acto carnal fuera reprobable entre mi especie. Está bien que para los curas, los misóginos y célibes sea algo repudiable, pero creo que para los que son normales, el hecho que refiero requiere respeto y especialmente técnica, porque deben saber los humanos, que no hay hembra fría sino mal calentada, y no hay colita honrada, sino mal trabajada. 

Me han degradado, ofendido, y han perturbado mi auto estima al ponerme de pitonisa. Me exhiben como “cuy de tómbola” en cuanta plaza pública existe. Los malandrines que cometen esta aberración, se burlan de mi parquedad, de mi perfil bajo, haciéndome adivino. Los transeúntes mentecatos que apuestan por una u otra puertecilla que escogen, están a la expectativa de ganarse unos centavos si acaso ingreso por la que ellos han señalado bajo apuesta. En ese caso soy vitoreado, alabado; caso contrario, soy vilipendiado, insultado y visto como animal de mal augurio o como dicen del mal agüero, pese a no ser ave sino mamífero roedor. 

Protesto contra la cocina novo andina.
Actualmente, centenares de productores y vendedores de forraje viven por mí y mi posterior holocausto, y dicen que es especialmente para el cuy. Las amas de casa, los maridos, los hijos o quienes vivan en el domicilio, afanosamente compran manojos de pasto y declaran cariñosamente a quienes se estacionan para la tertulia, “estoy llevando pasto para mis cuycitos”, hipócritas, porque el amor no es al cuy sino al pepián, al chactado, al horno, o las diferentes formas culinarias en que presentan mi humilde carcasa. Aún más, otros u otras me ofrecen como infaltable pieza en el tradicional potaje llamado chiriucho, que antes sólo se preparaba en la fiesta de Corpus Cristi, y que ahora es aderezado cuando al viandante se le ocurre ponérselo en su antojadizo vientre o como pieza en la sopa de cuy. 

No contentos con todo el escarnio que hacen de mi ser, hoy se las han dado por la cocina novo andina y los gastones me presentan como a un travesti, que combina con todo, para todos los gustos y un poco más y soy cuy de ambiente. 

No todo tiempo pasado fue mejor.

Al iniciar mi corta hoja de vida, insinué el trato que nos dan en el primer mundo; vale decir, el respeto que merecemos todos aquellos que estamos clasificados como fauna. Existen normas que nos protegen, hay asociaciones que dicen que nos cuidan y dan seguridad; pero, también todo eso es peliculina. Pruebas al canto. Tengo unos parientes en Europa, que me han contado sus cuitas y las de otros ‘pets’ o mascotas. 

Dicen que los o las ofrecen exhibiéndolas en jaulas pequeñas y que a los fenicios que los comercializan no les interesa que estén de sed, hambre o con algún malestar; lo trascendental es que sean vendidos, al mejor precio y certificados con vacunas y pedigrí. 

¿Conoces algún cuy de abolengo? Yo no. Todos somos populares, modestos; pero, no cojudos. El único que se cree de la clase A es el “mauro mina”, cuando el individuo no pasa de ser sino un híbrido grasoso, una bola de sebo, que nadie lo pasa. Sólo sirven para exhibición, porque en la cuyera no soplan ni a una, por más rijosa y caliente que se encuentre. En tanto, nosotros, como yoni papini me las cepillo en cadena, aunque lo único que no me agrada es la caída al final, con las patas hacia arriba y el temblorcito de mierda que me produce el culminar la faena. 

De pronto mi fama me encumbra.

La moda, la novedad o el hecho de que querer sentirse más civilizados ha propalado en nuestra sociedad el cuidado que se debe tener a las mascotas, porque dicen que tienen derechos y no saben que también izquierdos. Hay organizadas sociedades protectoras de la naturaleza y sobre entendido de los animales. Cada año nos dedican un día para dicen festejarnos, cuando sólo ése es el motivo, aunque el plato de fondo sea cuy al horno, con embutido fabricado con nuestras propias tripas y sangre, conocido como “tullan”. Y mucho más, han inventado sobre nuestro despojo un juego, que únicamente conduce a una brutal borrachera, so pretexto de buscar el zorrito “atuqcha”. Explico, una vez rebanada por los filudos dientes del tragansal, nuestra quemada piel de la cabeza, a la cual le untan una mezcla picante, tan picante que incluso los pajaritos sufren las consecuencias, proceden sañudamente a descoyuntar los despojos de nuestro cráneo, en busca del poco pero valioso seso, que muchos humanos quisieran poseer, engullir los cadavéricos ojos, y como si esto fuera poco, fracturan la cavidad de nuestros oídos en busca del huesecillo en forma de martillo, al que nombran como atuqcha. Una vez que el huesito está en la yema de su dedo índice, lo muestran alegremente como un trofeo, y los contertulios celebran estruendosamente con aplausos, resoplidos y halagos al descubridor de la miniatura ósea, que será hundida en una copa colmada de licor. El juego radica en escanciar entre pecho y espalda y de una sola vez el contenido bramante de la copa, y si acaso con el trago se va el zorrito, será proclamado campeón y felicitado efusivamente. Pero, rara vez esto ocurre a la primera de bastos; pues, generalmente tienen que ser muchos los intentos para ser declarado(as). Entre tanto, los individuos están cada vez más beodos, al extremo de enamorar por confusión a sus propias mujeres, de quienes hacen malas ausencias o ya dejaron de ser colchoneables. 

Como puedes entender, todo es farsa, que la protección de nosotros las mascotas es un acto civilizado, un principio de convivencia ecológica, que entre el hombre y las mascotas no hay la ley del más fuerte, y demás pamplinas, son pura masturbación. 

Soy mágico pero realista.
Si caes en la casa de uno de esos truhanes, porque su hijito quería una mascota, y que el infeliz quiere cultivar los altos valores y sensibilidad de sus vástagos, cuando menos piensas serás traicionado, y terminarás con tu cuerpo desnudo y bronceado, no por el sol sino por las brazas del horno, en un gélido plato y en las fauces del criador y comprador. Oirás como epitafio: el cuycito está gordito, pero me ha dado pena matarlo para comérnoslo. Cabrones. 

Para terminar y no extenderme, solo resta decir que nosotros, los o las mascotas, debemos formar una asociación para la protección del animal hombre u hombre animal. Al menos nosotros no los comeremos, pues de ello que se encarguen los vermes y después vomiten, entre tanto nosotros seguiremos multiplicándonos, aunque nos califiquen como elementos de exportación no tradicional, y sólo recordarle a los congéneres: 

—¡No es lo mismo bajarse al momento, que bajarse en el acto!

Cuzco, 28 de diciembre del 2005.

Sikuta, pseudónimo del ácido e irónico - pero siempre jocoso- escritor Luis Negrón Alonso. 

sábado, 6 de octubre de 2012

Presentaron el libro «Cosmos Moche»*

Camilo Dolorier, Guido del Castillo, Rodolfo Sánchez Garrafa, Ministro Luis Peirano,
 Lyda Casas, Walter Alva, Régulo Franco y Roberto Ochoa B.

Con dos reveladoras investigaciones sobre la cosmovisión mochica, aparece «Cosmos Moche». Se trata del primer libro de la colección Enigmas del Antiguo Perú.

“Este libro es una valiosa contribución a la interpretación del complejo mundo de los mochicas, un pueblo de agricultores y pescadores que vivieron siempre de cara al cosmos, pues dependían de las variables climáticas, del cambio de las estaciones, de los movimientos de la Luna y de la observación de las constelaciones. Fue un pueblo que vivió en comunión con el cosmos”, dijo Walter Alva durante la presentación del libro Cosmos Moche.

La ceremonia tuvo lugar en los ambientes de la Casa Belén,  sede del Museo Andrés del Castillo, auspiciador de la publicación. Su presidente, el Dr. Guido del Castillo dijo a su turno que “Cosmos Moche es un aporte al debate científico de una etapa de nuestra historia que solo se ha logrado recuperar gracias al trabajo de los arqueólogos .

La obra incluye dos reveladoras investigaciones de la compleja iconografía que decora cuatro muros descubiertos en la Huaca El Brujo y en la Huaca de la Luna, en la región La Libertad. Desde el primer hallazgo, realizado en julio de 1990, los muros siguen siendo uno de los mayores enigmas del Antiguo Perú.

En Waka de la Luna. Abajo derecha: Mural cosmológico.

La primera investigación es obra del antropólogo Dr. Rodolfo Sánchez Garrafa. La segunda por los arqueólogos Lydia Casas Salazar y Camilo Dolorier. La obra ha sido editada por Roberto Ochoa Berreteaga, periodista especializado en la difusión e identificación de nuevos destinos turísticos en el Perú.

El doctor Rodolfo Sánchez revela que los símbolos astronómicos y terrenales son elementos que construyen una compleja cosmovisión centrada en la dualidad andina y en los cambios estacionales relacionados con los marcadores astronómicos. Por su parte, Lydia Casas Salazar y Camilo Dolorier ven en el caos pictórico del Muro del Tema Complejo de Huaca de la Luna un cosmos social vinculado a ritos propiciatorios.

Como se sabe, estos muros forman parte de los principales atractivos del denominado Circuito Moche en Trujillo y su iconografía es la que más interrogantes provoca entre los turistas. El libro ha sido editado en papel couché con decenas de fotografías e infografías. Incluye una traducción al inglés y trae un CD sobre la cosmovisión Moche. 

CLAVE
El libro está a la venta en El Virrey, Sur y Crisol y en el Museo Andrés del Castillo (Jirón de la Unión 1030, Plaza San Martín). Incluye su traducción al inglés y un CD de la Huaca de la Luna.

* La República. Domingo, 23 de septiembre de 2012.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Los muros de los misterios

Escrito por Roberto Ochoa B.*

Fragmento de MM en Waka de la Luna
El sistema astronómico de la cultura Moche busca ser develado a través del estudio de cuatro muros de gran contenido iconográfico: dos descubiertos en la Huaca de la Luna y dos en la huaca El Brujo. Los hallazgos son recogidos en el libro Cosmos Moche, que habla del gran conocimiento que se tenía sobre las estrellas y los fenómenos climáticos.

Si este muro hablara, resolvería uno de los grandes enigmas de la cultura Moche. Los arqueólogos lo bautizaron con el poco atractivo nombre de “el muro del tema complejo”, pero lo cierto es que no es un solo muro, son cuatro: dos en la huaca El Brujo, en Magdalena de Cao, y los otros dos en la Huaca de la Luna, en Trujillo.

En ambos casos cada par de muros forman un ángulo recto y su compleja iconografía tiene como eje central la imagen de la Luna en cuarto menguante con una estrella en medio, semejante a las banderas de los países islámicos. En ambos casos las imágenes lucen bien conservadas, pero debajo de la Luna hay un rastro de muro erosionado por el “chisgueteo” de un líquido que los arqueólogos identificaron, no sin horror, como de sangre humana. En ambos casos los muros formaban parte de una tenebrosa habitación ubicada en la esquina de una enorme plaza ceremonial decorada con escena de guerreros que arrastran un botín de guerra integrado por una larga fila de prisioneros desnudos dispuestos para el sacrificio ritual.


El primero de los muros fue descubierto el 28 de julio de 1990. Mientras todo el país celebraba las Fiestas Patrias y estaba atento a la juramentación de Alberto Fujimori en el Congreso, en Magdalena de Cao el recordado banquero Guillermo “Pancho” Wiese de Osma y el arqueólogo Régulo Franco Jordán contemplaban anonadados una esquina del primer muro que emergía entre los escombros dejados por los huaqueros. El hallazgo dio pie al ahora célebre complejo arqueológico de El Brujo, que tiene como principal atractivo a la momia de la Dama de Cao.

Este descubrimiento hubiera bastado para revolucionar los conocimientos de la cultura Moche, pero seis años después, en 1996, un equipo de arqueólogos liderados por Santiago Uceda y Ricardo Morales desenterraron en la Huaca de la Luna los otros dos muros casi idénticos y mucho mejor conservados que los de El Brujo.

Sacerdote mediador entre espacios del cosmos
Los muros son los principales atractivos del denominado Circuito Moche en Trujillo y su compleja iconografía es la que más interrogantes provoca entre los turistas: ¿por qué hay tantas estrellas? ¿Qué misterioso mensaje esconden los jeroglíficos de este mural? ¿Sus pictogramas son la prueba de la existencia de una escritura secreta de la élite Moche? ¿Es una criptografía para determinar una fecha especial en el desconocido calendario Moche?

Han pasado más de veinte años desde su descubrimiento y los muros con el “tema complejo” de Huaca de la Luna y de la huaca El Brujo siguen siendo uno de los mayores enigmas del antiguo Perú.

Más allá de los reportajes publicados en medios de comunicación peruanos y extranjeros, hasta la fecha el enigmático “Muro del Tema Complejo” solo mereció la pionera publicación del libro titulado El Brujo, El Mundo Mágico Religioso Mochica y el Calendario Ceremonial, escrito por Régulo Franco Jordán y Juan Vilela Puelles. Los autores proponen la existencia de un calendario ceremonial basado en un análisis de los ritos y ceremonias que figuran en la estructura narrativa del muro. Y añaden: “esta investigación es solo un paso para entender la estructura compleja del sistema calendárico… estamos seguros de que nuestra propuesta será duramente discutida, pero el propósito de esta investigación es alcanzar la información para otros planteamientos contrastables o enriquecedores sobre el tema”.

Un tinku equinoccial
La discusión sigue en pie y justifica ahora la publicación del libro Cosmos Moche, como primer número de la colección Enigmas del Antiguo Perú. “Este libro es un aporte al debate científico de una etapa de nuestra historia que solo se ha logrado recuperar gracias al trabajo de los arqueólogos –nos dice el Dr. Guido del Castillo, gestor de la colección–. Los moches fueron una civilización que prosperó en el actual territorio peruano mil años antes del apogeo incaico. Las investigaciones aportan nuevas luces para entender a esta magnífica civilización”.

La obra consta de dos investigaciones científicas ilustradas con fotografías, dibujos e infografías. La primera realizada por el antropólogo Dr. Rodolfo Sánchez Garrafa. La segunda por los arqueólogos Lydia Casas Salazar y Camilo Dolorier.


Rodolfo Sánchez examina las estructuras y contenidos simbólicos de los cuatro muros “complejos” hallados en huaca Cao Viejo y en la Huaca de la Luna, y encuentra que los símbolos astronómicos y terrenales (personajes, escenas, flora y fauna) son elementos que construyen una cosmovisión centrada en la dualidad andina y en los cambios estacionales relacionados a los marcadores astronómicos. Sostiene, además, que los frisos de los cuatro muros están íntimamente ligados como representaciones del cielo equinoccial y que las estrellas que ilustran los muros fueron ubicadas en su correspondiente posición astronómica.

Por su parte, Lydia Casas Salazar y Camilo Dolorier ven en el caos pictórico del Muro del Tema Complejo de la Huaca de la Luna un cosmos social vinculado a ritos propiciatorios para obtener las subsistencias en mar y tierra –a través de peleas y pescas rituales– que permitirán la elección de héroes vencedores. Además, proponen que un elemento iconográfico del muro podría estar representando a una especie o bioindicador marino del fenómeno El Niño.

* La República. Domingo, 16 de septiembre de 2012.


domingo, 26 de agosto de 2012

La Cruz del Camino o Cruz del Calvario en los Andes


Rodolfo Sánchez Garrafa


Estamos claros que la cruz es un símbolo bastante extendido en casi todas las tradiciones y, desde luego, no es un descubrimiento nuestro que su concepción esté vinculada, en un cierto plano, con una comprensión humana general del universo (Guénon 1931). Es por eso que al tratar de esta representación en los Andes actuales, encontraremos inevitablemente una suerte de aglutinación sincrética pero mejor un acomodamiento de correspondencias, al par que elementos propios de las vertientes culturales occidental y andina, pero también –más allá de las particularidades y del sincretismo– es posible percibir expresiones arquetípicas universales que vienen del fondo de la existencia humana.

Cruces de conquista, procesionales, de techo, familiares e incluso personales, convierten la cruz en una enraizada manifestación de devoción pública y privada. Las innumerables variantes de cruces que provienen de la tradición cristiana se diferencian por sus atributos y advocaciones. Por ahora la materia de nuestro interés es la llamada Cruz del Camino, una representación religiosa que suele colocarse en carreteras, pequeñas colinas, rotondas, a la entrada de los pueblos pequeños, etc. En zonas urbanas, la encontramos en el encuentro de calles, en parques e incluso junto a la fachada o atrio de las iglesias. Las cruces de Calvario, de los Caminantes o de los Caminos, son cruces vistosas de diversos tamaños, hechas de madera policromada y pintadas, preferentemente, de color verde. Las más grandes suelen estar ubicadas en la cima de elevadas montañas, en los cruceros de caminos o encrucijadas y en el atrio de las iglesias. Cruces mucho más pequeñas se guardan en casas particulares al calor de la devoción familiar y de las hermandades.

Con la evangelización que sobrevino en los Andes a partir del siglo XVI, las cruces de Calvario fueron literalmente sembradas a la vera de los caminos y superpuestas sobre antiguos lugares de culto prehispánico, esto es en las wakas, apachetas, y en la cumbre de los cerros, superponiéndose al culto de antiguas wakas, apus descollantes y referentes de estimación para los habitantes de aldeas próximas.


Fueron los franciscanos quienes promovieron el Vía Crucis, como un medio adecuado de sensibilizar a la población y hacer que ésta siguiese a Jesús en su recorrido doloroso por las catorce estaciones de su camino de pasión y de sufrimiento que lo llevarían al Gólgota. Correspondió así a los franciscanos, convertirse en los evangelizadores más profundos de este continente, a fuerza de narrar de manera comprensiva a sus pobladores originarios los misterios de la natividad de Jesús, su muerte, resurrección y ascensión a los cielos.

Tanto las representaciones de Jesús-Niño como las concernientes a la vida adulta de Jesús y, en particular, las de su martirio y ejecución, fueron usuales en la religiosidad contrarreformista y constituyeron la base del repertorio iconográfico que desde el siglo XVI en adelante tuvo como cometido el conmocionar al evangelizado y, a la vez, transmitirle un discurso directo, asequible y contundente sobre la salvación de las almas.

La Cruz del Camino como discurso evangelizador condensado

La Cruz del Camino o Cruz del Calvario, condensa el llamado “misterio doloroso de la crucifixión y muerte de Cristo”. Esta representación iconográfica tiene un propósito evangelizador, ya que el discurso narrativo que conlleva evoca los hechos ocurridos en el monte del Calvario o de “La Calavera” donde acaba la vida terrenal de Jesús y, al hacerlo de manera elaborada y, al mismo tiempo, directa, construye una escena que conmina a la contemplación y meditación.

En el tema Crucifixión, según el testimonio de San Agustín, el Sol y la Luna simbolizan la relación prefigurativa de los Testamentos cristianos: el Antiguo Testamento o Luna, y el Nuevo Testamento o Sol. Dicho sea de paso, en la antigüedad griega, el Sol-Apolo representaba el principio masculino y la Luna-Artemisa el principio femenino. La Cruz del Calvario contiene una serie de unidades simbólicas que se distribuyen tanto a lo largo del stipes o poste que marca la verticalidad, cuanto del staurus o patibulum, puente que lo intersecta y marca la horizontalidad. Estas unidades simbólicas son figuras diversas: Sol, Luna, gallo, paloma, lanza, esponja, jarra, escalera, clavos, martillo, tenazas, dados, paño de la Verónica, corona de espinas, túnica, sudario, trompeta, balanza, espada, calavera y tibias, corazón, cáliz, escabel, soga, bolso de los denarios, columna trunca, látigo, rayo, segueta o sierra pequeña, guante o mano, libro, corona real, palma, cuerno, farol, y las siglas INRI o SPQR, unas más y otras menos.

Significados básicos

    El Sol y la Luna, son los marcadores del tiempo. La muerte terrenal de Jesús suscitó un gran acontecimiento cosmológico, tembló la tierra y la luz dio paso a las tinieblas.
    El gallo, recuerda la negación de Pedro. Antes que el gallo cantase, el pescador negó ser discípulo de Jesús hasta por tres veces, conforme se le había anticipado.
    La paloma, su presencia concierne a la resurrección, es el espíritu que Cristo encomienda al Padre eterno.
    Los clavos, el martillo y la tenaza, remarcan que el hombre empleó objetos de su invención para consumar el martirio de Cristo.
    La columna, señala que Jesús fue atado para recibir azotes. Nos muestra cómo el verdugo satisface el deseo de ver sometida a su víctima y cómo es que el hijo de Dios se somete al fuero falible de las leyes humanas.
▪    Los dados, están incluidos para recordar que al pie de la cruz los soldados romanos dejaron que el azar determinase a qué manos se iría el manto que cubrió el cuerpo de Cristo. El hombre indiferente ante el sufrimiento ajeno adopta una conducta lúdica, incapaz de acceder a la esencia de las cosas se contenta con la cobertura, con el despojo de la sabiduría, mostrando al hombre más como carroñero que como animal de presa.
    El cáliz, supone la prefiguración del dolor y el sufrimiento, la decisión de beber el trago amargo, vino con hiel, como parte inherente a la tarea de redención de la humanidad.
     La tinaja y la palangana, rememoran a Pilatos lavándose las manos, es decir exonerándose por la sangre del justo que ha de pagar por los pecadores.
     El bolso de los denarios, representa las treinta monedas que cobró Judas por entregar a su Maestro.
     La corona de espinas, simboliza el sufrimiento que conlleva la representación de la humanidad a redimir y, en general, el martirio a que fue sometido Jesús.
     La túnica, nos recuerda la vestidura ensangrentada del Nazareno
     El farol, indica el momento en que los acusadores de Jesús andan tras él en el Monte de los Olivos
     La mano, enfatiza la bofetada que Jesús recibió ante el Sanedrín (consejo supremo de los judíos)
     El látigo, simboliza los azotes que recibió el Cristo.
     Palo con esponja, refiere el momento en que le mojan los labios con vinagre, estando ya en la cruz.
     La lanza, simboliza el lanzazo que recibe en su costado izquierdo
     La escalera, recuerda el momento en que es bajado de la cruz para ser transportado al sepulcro.
    La sigla SPQR inscrita en la parte alta de la cruz, quiere decir: Senatus Populusque Romanus, esto es “Senado y pueblo de Roma”, frase que a veces reemplaza a INRI, que es la sigla más difundida.
    La sigla INRI que ocupa la parte alta de la cruz, y anota: Iesus Nazarenus Rex Iudeorum, o sea “Jesús nazareno rey de judíos”, dicho en son de mofa y escarnio.

La Cruz de Camino como complejo simbólico en los Andes

En América y, especialmente, en los Andes, fue la orden franciscana la que se distinguió por la veneración y propagación del culto ligado a las escenas extremas de la vida de Jesús: su Infancia y su dolorosa Pasión. La natividad de Jesús o Niño Manuelito fue propicia para evocar el modo en que la humanidad y todos los seres vivos que habitan la tierra surgieron en las paqarinas. Jesús nace en una cueva y no necesariamente en un establo como lo indica el canon navideño occidental cristiano. Ciertamente, la muerte de Cristo tuvo y tiene como su símbolo por antonomasia a la cruz de madera en la que cuelgan varios de los instrumentos utilizados en su martirio: corona de espinas, esponja, lanza, martillo y tenazas; no obstante, la Cruz de Camino resalta como un complejo simbólico en el que cristalizaron nuevas y antiguas significaciones.

No fue sencillo, obviamente, ajustar los eventos del imaginario cristiano a las particularidades de la visión animada e interactuante del cosmos que prevalece en el pensamiento andino prehispánico. Las naturales contradicciones con las ideas que acompañan al santoral católico incidieron, seguramente, en el poco éxito que tuvo la instauración del 14 de setiembre como el día de la “Exaltación de la Cruz” en las proximidades del equinoccio de primavera. En definitiva, la gran fiesta de la Cruz se consolidó en el mes de mayo, pero el sentido del Velorio de la Cruz, adornada con cintas y papeles de variados colores, no se limitó a expresar el sufrimiento del martirio de Jesús. En el hemisferio sur, el mes de mayo corresponde a un momento avanzado de la mitad solar del año, por lo tanto los rituales andinos del “Cruz Velakuy” tienen que ver más con la resurrección de Cristo que con su muerte, lo mismo se podría decir de la presencia de la Cruz en las grandes peregrinaciones de esta temporada como la de Qoyllurit’i.

Las principales celebraciones de  la Cruz de Camino o del Calvario ocurren en el mes de mayo y en las fiestas de carnaval; en estas ocasiones todo se vincula con la vida, con la reproducción de las especies, con el florecimiento y con la fructificación que sobrevienen al tinku cósmico o encuentro entre el mundo de arriba y el mundo de abajo.


La muerte y la resurrección de Cristo vistas como sendos «pachakuti»

Sol y Luna conciernen a los mundos que alternan su encuentro con la tierra habitada por los humanos. A la muerte de Cristo, el espacio-tiempo diurno cede paso al espacio-tiempo nocturno de manera intempestiva. La hora de la muerte es considerada un momento liminal así como el Calvario es un espacio liminal. Si asumimos que el Sol se ubica hacia occidente, es un Sol que se hunde y penetra en ukhupacha (el mundo de adentro). La Luna se ubica hacia el oriente. Ambas deidades han envejecido. En el hemisferio norte, la disposición es inversa y esto influyó en casos que se hallan fuera de la regla advertida. Sin embargo, la idea a considerar es que el paso del Sol Viejo al cielo del mundo de los muertos testimonia, simultáneamente, el advenimiento del Sol Joven y con él de un nuevo tiempo solar. La resurrección de Cristo luego de su descendimiento a los infiernos (léase mundo de adentro o ukhupacha) alude al tránsito o retorno del mundo lunar o de la noche al ámbito diurno. Muerte y renacimiento se dan la mano en las celebraciones equinocciales. No otra cosa quiere decir la tradición oral del Señor o Cruz de Tayankani, por ejemplo, revelado por el encuentro del niño Marianito Mayta con el Sol Niño, vestido de una blancura extraña y reverberante, planteando la inquietante presencia de un Cristo (el Señor de Qoyllurit’i) y una Cruz (la del Señor de Tayankani) que más que dos tradiciones superpuestas las vemos como una sola, la de correlatos sobre implicancias metafísicas de los tinku equinocciales. Muerte y renacimiento entramados en la alternancia del Sol Viejo y el Sol Joven.

La lanza apuntando hacia hanaqpacha (el mundo de arriba), pasa a simbolizar la tensión del tinku o encuentro entre mundos. La lanza resulta una metáfora de la serpiente que surca el espacio sideral y une los mundos, haciendo posible que la sangre o energía vital del mundo de arriba anime a los seres de la interfase terrestre y del mundo de adentro. Los flecos que a veces aparecen pueden entenderse como las amarras que anclan o sujetan el extremo de un puente que abre la puerta del empíreo. Otro medio de acceso entre mundos es la escalera, ya que por ella transitan personajes mediadores que portan mensajes e interrelacionan a seres de poder entre sí o a seres que donan energía/kamay a los humanos.

La Cruz del Sur es una constelación rectora del hemisferio austral que destaca en la astronomía de todas las culturas originarias del mundo andino. A partir de su acuciosa observación y representación se habría creado el conocido símbolo de la Cruz Cuadrada, llamada Chakana en quechua y Jach’akh’ana en aymara. Astronómicamente, la Chakana parece haber representado el curso del tiempo anual. El eje horizontal indicaría los equinoccios y el eje vertical los solsticios. Una característica es que el punto o área de encuentro entre ambos ejes es el tiempo liminal por excelencia, quizá el Qorikancha tuvo el mismo sentido como lugar de inicio del periplo solar.

En Lima, son numerosas estas cruces erigidas sobre la tradición andina; es seguro que en siglos y décadas anteriores fueron más abundantes, pero pese a la merma de las devociones muchas cruces conservan su prestigio histórico y el carácter milagroso que le atribuye la fe popular. Existe una Cruz del Camino frente a la iglesia de la Vírgen del Pilar, otra afuera de la Casa Moreyra, otra junto a la estación del metro de Atocongo en San Juan de Miraflores, también hay una muy conocida en la Avenida Roosevelt de Surco, otra junto al moderno hospital de Essalud "Jorge Voto Bernales Corpancho", una por la Clínica Geriátrica "San Isidro", en lo alto de un cerrito hay una gran Cruz del Camino, es fácilmente identificable la que se halla en Javier Prado Oeste, y varias en Caminos del Inca de Surco, hay asimismo una junto a la iglesia matriz de Barranco, otra sobre una waka en Chorrillos y una más en la vía que une Aguadulce con La Herradura. La cruz de camino más famosa en Lima parece ser la Cruz de Yerbateros. Sería largo pero ilustrativo hacer un prolijo inventario.

En varios sitios como en Chorrillos la Cruz fue erigida exactamente en la cúspide de una waka piramidal y la arquitectura de la Cruz de Javier Prado Oeste refiere puntualmente esa asociación entre base piramidal y Cruz dominante de su cima. Es seguro que el mayor número de cruces corresponde ahora a parques y cruceros peatonales, pero también están presentes las erigidas en lugares de peligro como la del acantilado de la Herradura. No falta una vivienda que en su frontis exhibe una bella Cruz de Calvario obra de López Antay, se la puede ver en el Jirón Trujillo de Magdalena del Mar que en alguna forma resulta también un lugar liminal de tiempos contemporáneos.


Para no ir más lejos, considero apropiado volver a Guénon. La Cruz, vista desde los lados andino y cristiano, se muestra como un símbolo que tiene poco de histórico y que, por el contrario, expresa analógicamente la comprensión de grandes ciclos y la reconstitución ritual de un centro en una jerarquía relacional. La cruz tridimensional explica la realidad en la verticalidad y horizontalidad de los vectores del tiempo y el espacio. En la oposición y encuentro de rayo y lanza se replica el sentido del eje vertical de la cruz, cuya intersección con el eje horizontal nos descubre el corazón del ser universal.

Lima, agosto de 2012.

Referencia
René Guénon: El simbolismo de la Cruz. Traducción de Le Symbolisme de la Croix. Vega, 1931.

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