domingo, 24 de marzo de 2013

Samanga para el Perú y el mundo

Escrito por Wilder Jaramillo Hualpa*

Sol radiante. Día viernes 8 de marzo de 2013. Quien escribe no recordaba ya con exactitud las muchas veces que había caminado por los mismos lugares, observando el verdor del valle interandino de Samanga, contemplando las mismas aves y escuchando sus lindos cantos. Los mismos cerros encerrando sus misterios; aspirando esa fragancia a agua, tierra, raíces y hojas de las plantas y observando fascinado las muchas piedras con grabados. Añorando tiempos lejanos, recordando tiempos de lluvia cuando las gotas estremecían las tejas puestas en los techos de las viviendas con unos sonidos descompasados y muy fuertes. Podía ser de noche o de día, era igual, y se podían oír truenos a lo lejos, quizá en el lado ecuatoriano o por el cerro Mayordomo, retumbando e imponiendo respeto.

Gladys Nole, directora de la Institución Educativa de El Toldo caminaba junto a un grupo de niños por los terrenos del señor Eusebio Girón limpiando los caminos de acceso a los Petroglifos y dando respuesta a la incesante carga de preguntas de los niños sobre el significado de la llamada “piedra de los pies estilizados”. Algo complicado explicar la función, mensajes y significado de los monumentos con litograbados. Lo mejor es obviar sutilmente la respuesta y girar hacia las leyendas, ¿por qué no hacerlo? La leyenda sobre el Kuraka descalzo de Samanga que de tanto pararse sobre una piedra para observar a una hermosa doncella que vivía con su viejo padre en el cerro La Cruz termina por dejar estilizados las huellas de sus pies en la larga piedra, es interesante y merece ser narrada.


Pero no solo es la directora de la Institución Educativa y su grupo de alumnos del cuarto grado de primaria que están realizando acciones de conservación de los Petroglifos. También la acompañan otros docentes, aunque cada uno de ellos y ellas en otros sectores de El Toldo con su propia brigada de alumnos, reconociendo y valorando la comunicación visual de mensajes probablemente de tipo religioso de nuestros antepasados.

Milton Abad Chamba y otros nueve amigos de El Toldo nos acompañan. De Ayabaca hemos llegado seis personas: Adalberto Troncos Troncos, Alex Pintado Reyes, Amelia Herrera, David Huacchillo, Rodrigo Carpio y mi persona. Somos dieciséis personas que integramos la familia del CETPRO de Ayabaca, del curso de “Atención al Turista y Conservación del Patrimonio”. El interés que nos mueve a todos es uno: Identificar, valorar y conservar los recursos arqueológicos y naturales de nuestra Ayabaca.

Ellos caminan a mi lado mientras a mi mente las palabras del estudioso ayavaquino Raúl Zevallos Ortiz me caen como los rayos del sol. Teniendo presente que la tierra es nuestra madre y que esta viva. Y que para curarse de ese olvido, uno debe salir a caminar, con el cuerpo y con la mente, para reconocer la sangre de la tierra en el agua que bebemos, para sentir en las piedras, los propios huesos de la tierra, para llenar los pulmones con el dulce aliento de la madre tierra, y para sentir que nuestros latidos son la vida que ella nos regala; para entibiar el alma con su calor y su fuego, que se enciende con el sol.


Sabemos que no solo las malas noticias se deben difundir. Y también perfectamente sabemos que falta muchísimo por hacer para el cuidado de los Petroglifos. Pero para ello tienen que pronunciarse las autoridades competentes. Y si es verdad que gente inconsciente  - niños quizás, o algún visitante - se han atrevido rayar algunos piedras con grabados; es también digno de reconocer que muchas personas están apostando por el cuidado de los recursos turísticos de nuestra provincia. Empezando por los moradores de El Toldo quienes han formado un comité de “Gestión del Patrimonio Cultural y Turístico”. Del interés del señor Rafael Sime Méndez, director de la Dirección Regional de Cultura de Piura. De la buena visión del director de la UGEL de Ayabaca, Mg. Luis Llacsahuanga Granadino, y del director del CETPRO de Ayabaca, Prof. José Gilberto Granda Gálvez, quienes preocupados por la conservación del Patrimonio Cultural y Natural de Ayavaca dieron apertura al modulo de “Atención al Turista y Conservación del Patrimonio” en el Centro de Educación Técnico Productiva de Ayabaca.

El Toldo de Samanga y las enigmáticas piedras con dibujos esperan a los turistas para que admiren la comunicación ideográfica de conceptos simples o complejos simbolismos religiosos por medio de figuras y simbolismos remitiéndonos a un ámbito filosófico complejo como es el del dualismo andino.

La piedra de los pies estilizados y la laguna prieta
La primera pregunta que nos conduce a la leyenda de origen de la Laguna Prieta, tiene sus huellas en las conversaciones de una tarde, realizadas en medio de la majestuosidad del valle interandino del Samanga. Me encontraba reunido con los alumnos del módulo de “Atención al Turista y Conservación del Patrimonio” y con un grupo de comuneros observando la belleza y el verdor del valle, cuando pregunté, como quien da un paso a tientas en la oscuridad: -¿Qué sabemos de Samanga, de su antigüedad?

Uno de los presentes responde: -“Samanga es una comunidad arqueológica donde se encuentra uno de los mayores complejos de petroglifos del Perú. La cosmovisión de nuestros antepasados está grabada en esas inscripciones en piedra que representan sus conocimientos sobre la naturaleza y el hombre, sobre el tiempo y la astronomía”. La respuesta parece correcta, pero tiene un poco de frialdad, le falta el calor y la voz del terruño.


Caminamos hasta llegar a la “Piedra de los Pies Estilizados” y ahora tenemos una segunda pregunta más directa: -¿Cuál puede ser el origen de este dibujo en la piedra?

Contesta don Sérvulo, hombre alto, blanco, de ojos grandes y pelo negro:
-“En lo que actualmente es el Toldo de Samanga, vivió un venerable Kuraka, jefe de los antiguos Samangas, quien alternaba el pastoreo, la casa y la escritura en la piedras. “En aquellos tiempos, a la hora en que el sol empezaba a mostrar su presencia, el curaca aprovechaba ese instante de luz para mirar con asombro a una hermosa joven que habitaba con su padre en el Cerro La Cruz. Cada día que pasaba, la joven embellecía más y más, mientras parecía aumentar su indiferencia ante las atenciones de aquel curaca enamorado. Un día, la bella mujer se enteró que existía un arreglo para hacerla casar con su pretendiente, entonces decidió abandonar su hogar y se dirigió corriendo como una veloz gacela hacia las desérticas pampas de Huamba.
El curaca resignado y sumiso, volvía todas las mañanas y se mantenía de pie por largas horas, sobre la misma piedra alta y larga que anteriormente había sido su punto de observación, desde donde podía ver a su doncella que habitaba al pie del Cerro la Cruz. Se dice que la presencia prolongada del curaca en ese lugar llegó a hundir la piedra, dejando impresas las huellas de sus pies para toda la eternidad.
El cerro La Cruz es conocido hasta la actualidad, pero nadie ha vuelto a ver a la bella fugitiva. La piedra donde el curaca se mantenía de pie continúa en su lugar y hasta hoy muestra las huellas dejadas por el Kuraka enamorado”
La hermosura de aquella joven legendaria también nos seduce, queremos buscarla en la memoria de la gente y preguntamos ¿qué fue de la doncella?


Ahora, es el presidente de la comunidad, con su poncho marrón cortito, sus ojotas viejas y su pantalón azul parchado el que responde, levantando la mirada del plano que marca los linderos de Huamba y Samanga:
-“Ella era una mujer bellísima, no hay palabras para describir su belleza. Era alta y caminaba con la gracia de una gacela, tenía el cabello como los rayos de sol y su piel reflejaba la luz como la luna. Sus ojos tenían el color de las hojas tiernas de las plantas, toda  ella era perfecta, ¡dicen que era una diosa!”.
 Después de abandonar a su padre, la joven recorrió un largo trayecto y se internó en Huamba -continuó hablado el hombre de poncho y ojotas-. Se encontraba sola, con hambre y con sed, estaba muy desilusionada con su suerte  y lloraba las veinticuatro horas del día. Sentía una pena infinita por haber dejado a su viejo padre en El Toldo, pero ya no podía regresar. Fueron abundantes sus lágrimas que llegaron a formar una laguna. Hasta hoy el cuerpo de la doncella está perennizado en roca viva y de uno de sus ojos nace el agua que sigue alimentado la laguna”.
 -“Y ¿qué  otras historias tiene la Laguna Prieta? -Contesta don Jacinto, hombre de contextura gruesa, piernas cortas y torcidas, cara pequeña, piel blanca y pelo castaño:
 -“Antes era brava, sobre todo cuando venían algunos visitantes de mala fe con la intención de robarle los regalos que le dejábamos. Entonces, cada año se comía a uno de esos atrevidos. Un día, un muchacho de un lugar lejano se atrevió a insultarla y burlarse de sus poderes curativos, quiso quitarle los perfumes y las ofrendas que le habían dejado. Horas después, créame, lo tuvimos que amarrar en la mula para poderlo traer de regreso. Gritaba, lloraba y se sangraba todo el cuerpo con la uñas, ¡soy el Kuraka!, ¡soy el Kuraka!, decía, y nosotros: ¡no le robes!, ¡no le robes a la laguna!, le pedíamos suplicando, pero el insistía que ella no necesitaba plata, ni perfumes, ni licores, ni nada. Después de robarle se alocó horrible el hombre”.
Llegamos a Huamba al medio día, el maestro curandero que hemos contratado deja su pesada alforja a un lado y señala un punto entre las faldas del cerro: -“Por ahí, por ese hueco de la peña, sale el agua que alimenta a la laguna, antes eran dos, ¡los dos ojos verdes de la doncella! Ella sacrificó uno de sus ojos para ofrendarlo y terminar con su belleza, que era causa de su desgracia”. Alguien le pregunta,- ¿y cómo calmaron a la laguna? El maestro responde: -“Para calmar a la laguna gestionamos la llegada del padre César Girón y entonces, con todos los comuneros cargamos una cruz blanca, la subimos y terminamos por ponerla ahí, sobre esa pampa”.

Levanté la vista y era cierto. Había una cruz blanca y de sus brazos colgaba una corona descolorida y casi destrozada, que se movía levemente con el soplo del viento de las alturas.
El maestro continuó: - “Ahora está linda, señores, miren, miren. Ahí tenemos hierbas curativas en todo el entorno de La Prieta, ahí está la achupalla del oso, la hierba del desprecio, el tabaco del inca, masache, tricachi, siete ornamos, coyuma del cerro, y más…Allá al otro lado de la laguna, al fondo, miren, esas son las hierbas finas o del florecimiento para el futuro. Esa se llama la hierba del buen querer; está, la hierba de la vergüenza; aquella, la hierba de la fortuna. Son incontables las hierbas”


Entonces, entendemos que no se trata de robarle a la laguna, si no de pedirle y agradecerle dándole regalos, pero - ¿Hay algo más que podamos darle a cambio?¿qué homenaje podemos hacerle a la laguna? le pregunto al maestro. Ante la pregunta, el maestro curandero se acomoda el largo sombrero blanco, levanta los brazos y los extiende con movimientos enérgicos. - Todos lo miramos atentos y el maestro dominador de la laguna levanta la mirada al cielo, forma dos puños con las manos y declama el poema del gran poeta ayabaquino Félix Carmen Morocho:
Laguna Prieta que naces/ en la cordillera helada/ Cuidarás de la gacela/ que su fuego ardiente apaga/ en tus cristalinas aguas/ desdeñando tu hermosura.
Laguna Prieta/ doncella/ Tus lagrimas me acompañan/ en las noches solitarias/ cuando el frío me abraza/ cuando mi alma desesperada/ quiere conciliar el sueño/ para soñar con mi amada.
Cuántas noches he llorado/ debajo de tu enramada/ Donde un ave sin nido/ como yo/ me acompañaba. 
Como la pobre gemía/ del anochecer a la aurora/ de ella yo no sabía/ si es que cantaba o lloraba. 
Laguna Prieta/ mi amada/ cumplamos nuestro destino/ Tú, fecundando la tierra/ Yo cultivando conciencias/ Tú irrigando sementeras / Yo allanando caminos.

* Wilder Jaramillo HualpaCoordinador Cultural del Ministerio de Cultura en Ayabaca – Piura. La leyenda que comparte en este artículo fue publicada en el libro “Huamba y sus Lagunas Indómitas”,  con la que el autor obtuvo el segundo premio en el XII concurso de Cuentos y Leyendas regionales 2001 organizado por “Radio Cutivalú”.

sábado, 2 de marzo de 2013

El Desafío de Construir

 
El pasado 26 de febrero a las 7p.m. en el Hemiciclo“Raúl Porras Barrenechea” del Palacio Legislativo (Av. Plaza Bolívar S/N, Lima), se llevó a cabo la presentación del Libro “El Desafío de Construir”*, publicado en homenaje al ex Presidente Constitucional del Perú Arq. Fernando Belaunde Terry a 100 años de su nacimiento. Entre las destacadas personalidades que escriben en este libro compilado por Mesías Guevara Amasifuen, Congresista de la República, se hallan Julio María Sanguinetti (ex Presidente de la República Oriental del Uruguay, Javier Pérez de Cuellar (ex Secretario General de la ONU), Adalid Contreras Baspineiro (Secretario General de la Comunidad Andina), Francisco Miro Quesada Rada (Director del Diario “El Comercio”), Luis Bambaren Gastelumendi SJ. (ex Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana), Gustavo Mohme Seminario (Director de “La República” y Directivo de la SIP), Róger Guerra García(Presidente de la Sociedad Nacional de Ciencias) y Javier Alva Orlandini (ex Presidente del Tribunal Constitucional).
A continuación, les ofrezco el texto introductorio que tuve la honrosa oportunidad de escribir para "El Desafío de Contruir", no sin antes invitarlos a leer este libro que condensa una propuesta política vital para el Perú.
 



 
INTRODUCCIÓN

Karel Kosic, filósofo de nuestro tiempo, ha expresado con acierto que "El individuo es el individuo, pero en cuanto entra en contacto con la historia se convierte en un gran individuo creador de la historia o en un simple individuo aplastado por la historia". En este volumen se examina la figura de un personaje de la vida política nacional que, habiendo actuado en un importante tramo de la vida nacional, supo convertirse en un creador de la historia y uno de los más preclaros actores de nuestro escenario en el siglo XX.

En el Perú de 1945, promediando ya el siglo, una coalición de partidos políticos y cívicos, constituida por destacadas personalidades se presentaba como una nueva alternativa para suceder al gobernante de entonces, el civilista  Manuel Prado Ugarteche. José Luis Bustamante y Rivero, apoyado por el Partido Aprista, legalizado bajo la denominación de “Partido del Pueblo”, y por otras fuerzas políticas de la época, logra vencer a su contendor, el candidato oficialista Mariscal Eloy Ureta, imponiéndose por amplio margen, enarbolando el anhelo especial de eliminar los odios políticos, el anatema sistemático del pasado. 
 
Fernando Belaunde Terry,  llamado a convertirse más adelante en uno de los líderes políticos más connotados de nuestra Patria, emerge a la arena política en las circunstancias descritas. Arquitecto, de hablar mesurado y profundamente interesado por el devenir nacional, integra el año 1944 la lista de candidatos a una diputación por el Frente Democrático Nacional encabezado precisamente por el jurista arequipeño José Luis Bustamante y Rivero. 
 
Belaunde pertenecía a la generación de 1930, cohesionada en su afán de servicio al Perú, conformada por brillantes personalidades, tales como Víctor Alzamora Castro, René Gastelumendi, Javier Pulgar Vidal, Miguel Mujica Gallo, José María Arguedas, Alberto Tauro del Pino, Andrés Townsend Ezcurra, Julio Garrido Malaver, Augusto Tamayo Vargas y el Cardenal Juan Landázuri Ricketts.
 
Fernando Belaunde es elegido Diputado Nacional. Una importante huella de su paso por esta Cámara es la propuesta que suscribe junto a otros colegas en procura de lograr la derogatoria de los decretos leyes que establecían el estado de emergencia y colisionaban con la Constitución del Estado, así lo registra Javier Alva Orlandini para este libro conmemorativo.
 
El congresista Víctor Andrés García Belaunde, sobrino del arquitecto, acusioso investigador de la labor parlamentaria y de otros hechos históricos de nuestro país, destaca que don Fernando Belaunde no solo presidió la junta preparatoria de su Cámara sino también las importantes comisiones en las que participó, protagonizando encendidos debates en defensa de sus propuestas, hechos que en su conjunto configuran su ingreso a la política activa o lo que podríamos llamar su "bautismo cívico".
 

Era una época en que Europa, el continente que hasta entonces había regido el orden económico y político mundial, terminaba de ceder el paso a los Estados Unidos de Norteamérica consolidada como la nueva potencia mundial, junto con la URSS de entonces. Sudamérica, por su parte, se había quedado marcadamente rezagada en su desarrollo político social.  

Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial eran tiempos difíciles, de reconstrucción y cierre de heridas. Esta situación no pudo pasar desapercibida para el Diputado Fernando Belaunde Terry, más teniendo en cuenta que en la disputa por el poder dentro de nuestra política interna, se sucedieron embates que quebraron el orden constitucional y el proyecto democrático en gestación. El arquitecto tiene que haber tomado nota no solo de cómo se desenvolvían los grupos y partidos políticos de entonces, sino también de las argucias y vedadas formas usadas en esos tiempos para impedir el surgimiento de nuevos actores que participen en la conducción del Estado. Sin duda percibió, también, el lado positivo de la política, el deseo de unidad nacional, la preocupación constante por el desarrollo del país y el afán democrático de resolver los grandes problemas patrios, anhelo presente en el pensamiento de ilustres personajes como Jorge Basadre, José León Barandiarán, Javier Correa Elías, Enrique García Sayán, Honorio Delgado, Rómulo Ferrero y Manuel J. Bustamante de la Fuente, entre otros. 

Fernando Belaunde Terry, siendo todavía niño, había conocido ya el destierro acompañando a su padre, don Rafael Belaúnde Diez Canseco, experimentando los sinsabores de la polìtica que fueron templando su carácter y personalidad. Por tanto, allá por el año 1956 no tuvo que pensar mucho para acudir al llamado del Frente Nacional de Juventudes Democráticas que lideraba el joven estudiante de derecho Javier Alva Orlandini, en un tiempo de intensas jornadas cívicas, que tuvieron lugar para exigir a la dictadura la inscripción de su candidatura a la presidencia de la República. 
 
La historia se ha encargado de registrar ester hecho conocido como el Ultimátum de La Merced, cuyo innegable protagonista fue el "Hombre de la Bandera", evidenciando el nacimiento de un nuevo liderazgo, con una nueva forma de hacer política. Ante circunstanciales reveses, Belaunde se inspiraría en la grandeza y valores que caracterizaron a las culturas precolombinas y el gran imperio del Tahuantinsuyo, así como en el trabajo solidario de las comunidades del Perú profundo, fundando un 7 de julio de 1956 en Chincheros-Cuzco, su partido Acción Popular, de claro corte nacionalista y no alineado con las grandes corrientes que mantenían dividido al mundo, con el que llegaría dos veces no consecutivas al gobierno (1963-1968 y 1980-1985).                    


Siguiendo el viejo adagio popular que dice “sólo se ama lo que se conoce”, Belaunde emprendería viajes por los diferentes pueblos y villorrios de nuestra vasta y agreste geografía para “beber de sus fuentes la inspiración”. Producto de esos viajes “Pueblo por Pueblo”, Belaunde extrae los principios ideológicos y doctrina de Acción Popular plasmado en sus obras “El Perú como Doctrina” y  “La conquista del Perú por los peruanos”. Nunca antes alguien había antepuesto al Perú como fuente de inspiración y laboratorio de su teoría y praxis política, por ello Sandro Mariátegui dice que el gran líder de Acción Popular construyó su propio esquema conceptual partiendo de nuestra realidad concreta, ejercicio que constituye una forma particular de filosofar. Bien podría decirse que desde entonces los peruanos empezamos a recuperar la auto estima y el orgullo nacional, venidos a menos por el impacto negativo que dejara como secuela la época colonial.


Victorioso en su momento y ya al frente del Gobierno, Fernando Belaunde emprendió obras decisivas.  Estableció el Banco de la Nación, como ente recaudador de nuestros impuestos e impulsor del desarrollo, en reemplazo de la ex Caja de Depósitos y Consignaciones. Decidió llevar la “educación al encuentro de los educandos”, así como brindar salud y calidad de vida a la población. La “Conquista del Perú por los peruanos” fue el sello característico de una innegable labor de inclusión social desarrollada en sus dos administraciones gubernamentales.

Su obra estuvo orientada mayormente a las grandes obras públicas: construcción de carreteras (principalmente la Marginal de la Selva), aeropuertos, conjuntos habitacionales, reservorios, etc.; asimismo, restituyó el origen democrático de las autoridades municipales. Sin embargo, enfrentó una crisis política, al no contar con mayoría parlamentaria y, en cuanto a política económica, tuvo que lidiar con la inflación.


El perfil humano de Don Fernando Belaunde Terry, sus ideas en el campo de la economía y apoyo social, son abordadas también en este volumen con testimonios de vida sobre el “Hombre de la Bandera” y su trajinar en la política nacional. Su innegable interés por la ciencia, es abordado sobre la base de la obra “El Joven Belaunde” y la historia de la Revista “El Arquitecto Peruano”. En este terreno destaca, sin duda, la creación del Concejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONCYTEC) de innegable aporte a la vida del país.

La visión de Estadista y la importancia que le da a la energía, para el futuro nacional, ha sido analizada a partir de sus más importantes emprendimientos, las hidroeléctricas y su política de apertura que coadyuvara al descubrimiento del yacimiento gasífero de Camisea, que tanto aporta hoy a la economía de todos los peruanos.

La firmeza en defender la integridad del territorio patrio, frente a la amenaza extranjera –hoy ya superada-  y  su afán de trabajar para lograr la integración de los pueblos de esta parte del continente, incluso proponiendo una moneda común, es evocada por  su ex Canciller, Javier Arias Stella y por Adalid Contreras Baspineiro, Secretario General de la Comunidad Andina, quien rescata la célebre fórmula: “Interconexión hidrovial y energética + libre tránsito + moneda común = integración”.
 
La visión americanista del Presidente Belaunde se manifiesta con ocasión del Conflicto de las Malvinas. Fueron precisas sus órdenes en apoyo a la causa argentina sobre el territorio y los espacios marítimos en disputa. Martín Belaunde Moreyra pone justo énfasis en la preocupación de Fernando Belaunde por evitar la guerra y el costo que ésta supone en todo orden de cosas.
 
Hasta los ocasionales rivales políticos de Fernando Belaunde reconocen su honradez a toda prueba, sus esfuerzos para integrar el país mediante la interconexión vial y fluvial y su amor por el país; pero si acaso alguien dudase de la certeza de estas expresiones, está el juicio contundente de una personalidad indiscutible como es Julio María Sanguinetti, ex presidente de la República Oriental del Uruguay, quien destaca que nuestro personaje perteneció a una gran generación de constructores democráticos, que en las dos décadas del 6O y 80 del siglo pasado se abrieron paso entre golpes militares endémicos y guerrillas sediciosas. Se nos recuerda que al tiempo de llegar Belaúnde al gobierno por vez primera, en 1963,  Kennedy acababa de lanzar la “Alianza para el Progreso”, Kubitschek inauguraba la audacia arquitectónica de Brasilia, Rómulo Betancur abría un período democrático en Venezuela, Eduardo Frei ponía en el gobierno por vez primera a la Democracia Cristiana, grandes sucesos frente a los cuales no faltaron hechos lamentables como la actuación del ejército argentino que puso punto final al lúcido planteo desarrollista de Arturo Frondizi.

Belaunde fue testigo de la Caída del Muro de Berlín, acto simbólico que acaba con la bipolaridad del mundo, y que sin duda le hace justicia a la posición política que siempre mantuvo y diferenció a su partido Acción Popular: el no estar a la izquierda y tampoco a la derecha, sino más bien ADELANTE como símbolo de progreso y cambio.

 
Gastón Acurio Velarde y Monseñor Luis Bambarén Gastelumendi destacan en este libro de homenaje el sentido solidario de la política del presidente Belaunde, inspirada y extraída de la tradición andina. Con cooperación popular se fortaleció el sentido comunitario del pueblo pobre, acostumbrado siempre a organizarse para obras en bien de sus pueblos (escuelas, caminos, canales de regadío. Ahora que el crecimiento económico ha traído beneficios a nuestro país, quedando aún pendiente la tarea de inclusión social, de hacer partícipes a los que requieren de mejores servicios, de calidad de vida, del derecho al trabajo y respeto a su propia cultura, es innegable que no tenemos que buscar formulas extranjeras sino más bien invocar –como lo hizo el arquitecto Belaunde– a  la “ley de hermandad” que el Inca Garcilaso de la Vega rescató del Antiguo Perú como un código de moral solidaria.

Al celebrarse el centenario de su natalicio a lo largo y ancho del territorio nacional, es precisa la reflexión de Javier Pérez de Cuellar, quien comparte con todos los peruanos el siguiente pensamiento: “Qué honroso y qué grato habrá sido para él ingresar a nuestra historia como el gobernante que durante diez años simbolizó la democracia, la honestidad política y personal, así como la total entrega al desarrollo de su patria”. Este libro de muchas voces trata de aproximar al lector a un mayor conocimiento de la vida y obra del arquitecto Belaunde, y pretende generar un estado de conciencia y de profundo amor por nuestro país.

Rodolfo Sánchez Garrafa

* Guevara Amasifuen, Mesías (Comp.): El Desafío de Construir. Homenaje a Fernando Belaunde Terry a 100 años de su nacimiento. Fondo Editorial del Congreso del Perú. Lima 2012. 320pp.


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