miércoles, 26 de noviembre de 2014

DE LA PRÉDICA A LA ACCIÓN POLÍTICA (A propósito de las elecciones del 30.11.2014 para presidente y vicepresidente de Acción Popular)

Rodolfo Sánchez Garrafa

 

En setiembre del 2009, expuse en la Sala Porras Barrenechea del Congreso de la República una apretada síntesis de la presentación que había escrito para el libro Belaunde y Acción Popular en el desafío de hacer Perú, escrito por Mesías Antonio Guevara Amasifuen. En aquella oportunidad hice una referencia sucinta a los aspectos más destacados que motivaron mi atención, agregando algunos pensamientos no expresados que deseaba compartir con los asistentes en una noche de efervescencia política para militantes y simpatizantes de Acción Popular. Hoy que el partido fundado por el Arq. Fernando Belaunde Terry se halla en trance de elegir a su nuevo Presidente y decidir su futuro organizacional y su probable gravitación en los próximos comicios electorales nacionales, creo oportuno refrescar las ideas, y actualizarlas a la luz de lo acontecido en lo que va del 2009 al 2014, es decir en los cinco últimos años.

 

1.    Un discurso político necesario

 

Empiezo reconociendo que Mesías Guevara había escrito una obra que se presentaba como un discurso político escrito por un político, con un contenido estrechamente ligado a la construcción de democracia en nuestro país. El libro tenía la pertinencia que reclama el refrán de “zapatero a tus zapatos”, lo que en este caso equivale a decir que era posible aseverar una coherencia contundente entre la calidad del autor y la materia que lo ocupaba. En aquel entonces y en los años que han sobrevenido, Mesías Guevara ha consolidado su condición de político nato, no sólo desempeñó por segunda vez la Secretaría General Nacional de AP (2011-2013) con un brillante balance de acciones, sino que fue elegido y se desempeña como Congresista de la República, encontrándose entre las nuevas figuras más destacadas del escenario político nacional. Sus planteamientos originales y actuales se nutren como es obvio de la concepción político partidaria de Acción Popular, pero, al invitarnos a la acción, trasciende la reflexión puramente ideológica y desemboca con propiedad en un quehacer comprometido con el fortalecimiento de la cultura cívica nacional que compromete a todos los peruanos de buena voluntad.

 

2.    Prédica y acción en la política

 

Mesías Guevara consigue mostrar cómo es que la palabra, vida y obra del arquitecto Fernando Belaunde conservan un peso inspirador y visionario, en cuanto él hizo que una noción del Perú se constituya en cuerpo de doctrina política. Su trabajo, por lo tanto, es un homenaje a la ejemplaridad de vida que significa la figura del arquitecto Fernando Belaunde Terry, dos veces Presidente Constitucional de la República; y un reconocimiento a la contribución de Valentín Paniagua Corazao, otro de los patricios de la República. Mesías Guevara convoca a la unidad de los peruanos, a la necesidad de no arriar banderas, de no transigir cuando se trata de defender la moralidad en el manejo de la cosa pública y, no menos importante, cuando es tan insoslayable devolver la esperanza mellada en años de hegemonía neoliberal que ha pauperizado a las mayorías nacionales.



Mesías es un conocedor de la historia y versado en la trayectoria de AP, organización a la que considera un instrumento de acción nacional. Su evocación del pasado partidario no cede a una visión nostálgica y menos aún romántica, sino que responde a la necesidad concreta de capturar el sentido trascendente del quehacer político en un contexto nacional e internacional cambiante. Basado en la doctrina, en el trabajo sobre la memoria y en el conocimiento de la realidad nacional, encuentra elementos que considera vitales para inspirar la acción. De hecho, por su formación de ingeniero electrónico, piensa como político en cuanto a los fines y como tecnólogo en cuanto a los medios, afortunada combinación que resulta de su preocupación social y su perfil académico, y quizá por eso mismo le es posible ir con naturalidad de la prédica genérica a la especificación de los cambios que a su juicio se requiere y de los medios más apropiados para realizarlos. En el plano de la organización partidaria Mesías Guevara ha conseguido darle visibilidad a un partido que no había tenido una performance electoral reciente acorde a sus antecedentes de gobierno, ha sido actor decisivo para la formación de la Bancada AP-Frente Amplio en el seno del Congreso de la República; en materia legislativa, tienen repercusión indiscutible sus iniciativas convertidas en leyes N° 29904, Ley de promoción de la Banda Ancha y construcción de la Red Dorsal Nacional de Fibra Óptica; Ley N° 29987, Ley que declara de interés nacional la promoción de la ciencia, la innovación y la tecnología a través de las asociaciones público-privadas; Ley N°30083, Ley que establece medidas para fortalecer la competencia en el mercado de los servicios móviles; Ley N° 30160, Ley que declara de interés y necesidad pública la construcción y mejoramiento de infraestructura de riego para la ampliación de la frontera agrícola en la sierra del país; Ley N° 30260, Ley que establece el acceso gratuito de docentes a los museos nacionales; y otras con las que suman 12 leyes promulgadas a la fecha, iniciativas a las que hay que agregar un proyecto de Ley cuya autógrafa ha sido remitida recientemente a la Presidencia de la República para su promulgación y 17 proyectos de ley que se hallan dictaminados favorablemente en las respectivas Comisiones y que esperan ser discutidas en el Pleno del Congreso.

 

3.    Reflexiones sobre imagen e identidad política

Sostiene Mesías Guevara que los distintos actores sociales contribuyen a configurar una imagen que permanece en el tiempo y que puede constituirse en un repositorio de identificación colectiva. Para Mesías, el pasado partidario corresponde a memorias compartidas, que van desde los escritos del líder fundador y de otros intelectuales del partido, hasta la reconstrucción del diálogo con los partidarios y simpatizantes. De aquí desprende que es prudente proseguir la tarea de plasmar la identidad de la organización partidaria, en su íntimo nexo con la realidad nacional y el futuro de la Patria. Con este convencimiento, reafirma los postulados de Acción Popular para enfrentar los retos actuales y futuros del país. Piensa sistemáticamente en el mantenimiento de la militancia y en la necesidad de su recuperación y crecimiento sobre la base de una dignificación de la política que le haga merecedora de confianza y credibilidad. En este sentido, los rápidos trazos de la memoria reciente apuntados por Mesías Guevara exultan convencimiento ideológico, pero no un convencimiento estático sino reflexivo, orientador, pedagógico.


Sus planteamientos centrales conciernen, por un lado, a la aprehensión de los nexos entre los intereses individuales y sociales y, por otro, a la recuperación de los valores y los mandatos ancestrales legados por la historia, aunque a algunos esta aspiración les suene a utopía arcaica. Se trata, en todo caso, de un humanismo pragmático al que habría que ver también como una forma válida de acercar el discurso ideológico a la realidad, para construir un modelo que no desdeñe los hechos cotidianos y las visiones del mundo con que se procesan.

 

4.    La cultura como capital para el desarrollo

Recogiendo la frase que dice “El ayer habla al ahora”, Mesías remarca la necesidad de aprovechar la experiencia histórica. En esta línea, reconoce a la tradición como un capital cultural para el desarrollo (esfuerzo colectivo, reciprocidad, pre-ocupación planificadora) y fuente de identidad necesaria para una acción social compartida. Enuncia entonces el reclamo sobre la participación plena de los ciudadanos y sobre la acción apropiada y decidida a tomar en espacios de diálogo como el Acuerdo Nacional. No deja de insistir en la noción del Perú como Doctrina, asumida como el camino seguro hacia las entrañas de la patria; no obstante, su discurso no está dirigido exclusivamente a sus correligionarios, los acciopopulistas, sino que traduce una convocatoria al ciudadano en general. Su entusiasmo no es una esperanza utópica sino un convencimiento fundado en la práctica de los valores, así como en una confianza y reconocimiento a la potencialidad de todos los peruanos.


La prédica actual de Mesías Guevara concierne a la aplicación del pensamiento estratégico, la optimización en el manejo de programas sociales, la “gran cruzada de la reserva moral”, el compromiso con una política que vaya más allá de los decretos legislativos, la consolidación de un modelo de la CTI (ciencia, tecnología e innovación), la transformación de la educación nacional con especial atención al sistema universitario, entre otros múltiples focos de interés.

5.    Ética del quehacer político y rol del Estado

La dosis prescriptiva contenida en el discurso de Mesías Guevara es un pronunciamiento contra la falsedad, la simulación y el doble juego político, una crítica a la venalidad y corrupción imperantes al interior de la burocracia pública. Es cierto que combatir tales males puede ser sumamente difícil, pero Mesías cuenta con argumentos nada desdeñables: restaurar la confianza y renovar la esperanza ciudadana, hacer de la honestidad el fundamento de la credibilidad política y formular respuestas colectivas para afrontar el futuro.

 

Tras el descalabro mundial de las propuestas neoliberales, el planteamiento de Mesías Guevara, coherente con la ideología que abraza, demanda la acción de un Estado con responsabilidad promotora y garante del bienestar colectivo, de la justicia y la equidad. La idea es que el Estado sea capaz de generar certidumbre y seguridad, a fin de que la sociedad tenga el horizonte normativo y condiciones apropiadas para un desenvolvimiento social promisor. Se puede convenir con Mesías Guevara respecto a la necesidad de acentuar la interdependencia entre la acción del Estado y de la opinión pública como un modo de construir una democracia fuerte y saludable.



6.    La comunidad andina de naciones


Ciertamente, el quehacer nacional, la construcción de una Patria Grande, es una cuestión que va más allá de las fronteras territoriales. En un mundo globalizado con mayor razón, pues cada día se van estructurando nuevos centros de poder y las posibilidades de reconocimiento o de existencia misma dependen de las redes de cooperación que puedan hilarse. Con la experiencia que le dio haber postulado a un puesto en el Parlamento Andino y haber alcanzado una alta votación, Mesías tiene claro un programa de trabajo desde el seno de la Comunidad Andina de Naciones. Aquí se hace patente una preocupación justificada por la estabilidad política regional, el desarrollo sostenible y equilibrado con adecuada protección de los recursos, y la integración misma de esta comunidad andina de naciones.

7.     Los cauces de la subjetividad y la inteligencia emocional

Ningún análisis puede preciarse de integralidad si se limita a los hechos sensibles y olvida los elementos del mundo subjetivo. Debo destacar que Mesías Guevara une a su relativa juventud una vida de intenso aprendizaje y trabajo político, tanto en tiempos de plenitud cuanto de contrastes aleccionadores. En su trayectoria salta a la vista su fe en el sistema democrático como marco de vida y en la familia como institución clave para la reproducción social. Sus convicciones políticas son claras así como su opción por un cambio sin renuncia a la historia. La candidatura de Mesías Guevara Amasifuen a la Presidencia del Partido Político Acción Popular y de Bertha Arroyo de Alva a la Vicepresidencia es, sin duda, la mejor opción para la militancia: juventud con experiencia y honestidad, dicho sea esto sin menoscabo de los méritos que puedan acreditar sus ocasionales contendores.


La elección de Mesías como Presidente de AP será una prueba de la vitalidad que guarda Acción Popular, de su capacidad de renovación y de sus grandes posibilidades como actor colectivo del fortalecimiento político nacional.

Lima, noviembre de 2014.



sábado, 18 de octubre de 2014

CARA A CARA CON LOS ANCESTROS

Rodolfo Sánchez Garrafa

Si alguien se interroga ¿Cuál es mi tiempo? es casi como si se preguntase ¿Quién es mi padre? En muchos sentidos nos consideramos hijos del tiempo, hijos de Chronos o Saturno, criaturas que se escurren para no ser devoradas por quien les diera el ser. (1)

Quizá por eso nos esforzamos en echar tierra sobre el pasado, queremos enterrar al tiempo para no ser víctimas de él. En esta vertiente mitológica podría pensarse que el tiempo que pasó está sepultado, que yace bajo tierra, o al menos en las arenas del olvido.



En los Andes pensamos diferente. Para los andinos el tiempo pasado se actualiza. En algún momento nuestros antepasados nos aguardan, recíprocamente nosotros los aguardamos, tal como esperamos que nuestros descendientes lo hagan pensando en nosotros con los años, al pie de la rueda o mejor de la espiral que gira, sin importar si ésta avanza con rapidez o lentitud, ya que esto dependerá de si el suelo se muestra parejo, irregular o fangoso.

Si bien la espiral no gira en reversa, lo cierto es que al dirigirnos al futuro, necesariamente vamos al pasado, al encuentro de esa otra espiral que se desenrolla al extremo de la que nos lleva sobre su lomo. Es comprensible que este tránsito lo debamos hacer con diligencia y humildad pero con tenacidad de hormiga que sube una superficie y la vuelve a subir cuantas veces cae en su intento.



En los Andes, los runas (hombres) somos parte de una humanidad ininterrumpida desde tiempos primordiales a cuyo avatar es recomendable acercarse sin preceptos preconcebidos, de modo que se facilite la búsqueda de la manifestación plena de aquella fuerza que nos sostiene cohesionados. En el momento preciso en que nos situamos en el límite, asistimos al encuentro con nuestro banco particular de genomas, (2) cada vez que tenemos un pie puesto en cada uno de los lados opuestos de la rueda de la vida. Es que en esa circunstancia es cuando se hace posible reflexionar con mayor lucidez y sintetizar las contradicciones de la realidad. En el límite, es cuando las antenas del conocimiento se orientan de manera particularmente precisa, haciendo comprensible aquello que para otro podría no tener más valor que el de una carta de ruta, de orientación o navegación. Espacio y tiempo se manifestarán como plataforma para el ser aventurero, preocupado, inquisitivo, sea quien fuese, sin importar su apariencia, siempre que pruebe ser capaz de mirar a contraluz y en la penumbra. Fluirá hacia él, entonces, el conocimiento, condescendiendo a su empeño en conocerse y acceder a la realidad plena. El conocimiento dejará de ser, en todo caso, la simple carta a que ordinariamente tenemos acceso, ya no más el indicio refundido en los fondos documentales de algún repositorio biliográfico o la hoja llevada por el viento con incierto destino. El trabajo no será negar lo dado, sino conservarlo, acrecentarlo, e incrementar su poder en lo posible.

Estamos a pocas semanas del mes de “Ayamarqay killa”, aquel en que los rituales antiguos consistían en grandes reuniones que se organizaban en la plaza Awtqaypata de Hanan Qosqo (El Cuzco Alto) en torno a las momias de los gobernantes muertos, que eran sacados en procesión y paseados por los campos, como un modo de asegurar la llegada de las lluvias, conjurar las sequías e incluso fortalecer a los ejércitos cuando eran movilizados en pie de guerra. Los muertos no dejaban de existir y de influir en los acontecimientos de la sociedad viva, por tanto, la vida social de las momias proseguía.


Los runas y sus "machus" (ancestros o abuelos) tenían fechas señaladas para departir y compartir bebidas, comidas y fiestas. Hoy mismo, los andinos solemos visitar las tumbas de los parientes, llevando alimentos y bebidas, acompañando al acontecimiento con la presencia de músicos que ejecutan aires evocadores y de celebración. La noche de “Todos los Santos” anticipa la llegada o visita de los difuntos y, por ello, en todas las casas se hacen preparativos con comida apropiada que se espera compartan las almas, esa noche y el 2 de noviembre o “Día de los Muertos”. Los ancestros por su parte, suelen arribar trayendo las primeras lluvias, el agua que requieren los campos de cultivo. El ciclo de renovación de la naturaleza y la reproducción de todas las especies está cifrado en esta continuidad cíclica con los ancestros que mantienen una cuota considerable de poder o “kamay”.

Nuestros mayores tenían idea de una “sociedad de los muertos” llamada “upaymarka” o “pueblo de las sombras”, no porque ese pueblo estuviese sumido en la obscuridad, sino porque se ubicaba en el inframundo, asociado a la noche, a lo femenino y maternal. En estos tiempos podemos pensar en una dimensión que acoge a las entidades espirituales, una dimensión energética, que se actualiza en los códigos genéticos inscritos en cada nuevo ser que adviene al mundo.

Podemos atribuir o no las lluvias a nuestros ancestros, pero es innegable en el estado actual de nuestros conocimientos que en el nivel celular y el ADN que portamos se hallan trazas de nuestros más remotos antepasados, hay una continuidad vital que habría sido perfectamente entendida por los habitantes de los Andes y que nos pone de cara con nuestros ancestros. Es posible que al nacer obedezcamos al llamado de las ramas que nos instan al movimiento que las raíces requieren para seguir dando frutos de oro y de plata según su género.


Si nuestros ancestros viven en el ukhupacha de cada uno de nosotros, entonces podemos decir también que hay un tiempo que existe en el microcosmos, seguramente con sus propias leyes y que no siendo un saco roto es más bien un pozo de sabiduría. (3)

Referencias
(1) NUÑEZ, Amanda: Los pliegues del tiempo: Kronos, Aión y Kairós. En Paperback | nº 4 2007.
(2) CANN, STONEKING&WILSON: Mitochondrial DNA and human evolution. 1987.
(3) TELLO, Moisés: Acerca del tiempo. En Revista Universitaria Nº 130, Cuzco 1976.




domingo, 12 de octubre de 2014

Un legado inesperado: La divina metamorfosis

Rodolfo Sánchez Garrafa

Los hechos a que voy a referirme en seguida empiezan en Cuzco, y pueden sumarse a ciertos relatos sorprendentes que se nutren de extrañas coincidencias.


Había yo entrado a lo que fuera la habitación privada de mi fallecido padre. A mi lado iba mi madre un tanto compungida por tener que mostrarme un ambiente casi vacío. Ya no estaban los pequeños objetos ni otras curiosidades que en el curso de sus últimos años formaron parte del curioso paisaje que rodeaba sus horas íntimas, de descanso y de sueño. No quedaba nada, si algo persistía era apenas un ligero olor y vaga energía flotante que me resultaba familiar. Paseé la mirada por los desnudos estantes, en lo que sería el preludio del definitivo alejamiento de su cálida y algo huraña presencia. 


—Ya te fuiste padre –pensé– y no pude escuchar tus últimas palabras. Tendrías que haberme dicho algo, estoy seguro que habrías querido tenerme a tu lado.


Estando en estas cavilaciones, me llamó la atención una como pequeña mancha adherida a una de las tablas horizontales, en una esquina poco visible. Al acercarme discerní que podría tratarse de una moneda. La tomé en mis manos, limpié el polvo y comprobé que se trataba de un medallón con inscripciones simbólicas, muy propias de un campo de interés que ocupaba de cuando en cuando la atención de mi padre, un adepto poco regular de estos estudios. 


—Mira mamá, este pedazo metálico me estaba esperando—, le dije a mi progenitora, que no dejó de sorprenderse y que ahora quizá ya haya olvidado el incidente. Guardé el medallón y no pude menos que decir: –Gracias padre. Tú quisiste que este objeto llegara a mis manos. En la pieza se leía claramente: “DIVINA METAMORPHOSIS *NOSTRADAMUS* CAMBIA DESTINO” Frases que acompañaban a unas figuras en alto relieve.


Ya no me importó nada. Fui invadido por una sensación de paz y profundo contento.

Pasó mucho tiempo. Vuelto a Lima retorné a mis actividades, dejando prácticamente relegado de mis pensamientos el asunto del aludido medallón. Hasta que un día encuentro, casi por pura casualidad, un archivo sobre materias alquímicas, en el que para mi sorpresa se hallaba una imagen semejante a la registrada en la pieza acuñada que obraba ahora en mi poder.

No voy a negar que esto estimuló mi natural curiosidad de investigador. Para abreviar diré que mi medallón de Nostradamus se inspiraba visiblemente en una rara pieza de numismática, cuyos pormenores paso a compartir.

En el año 1648, estando el Emperador Fernando III en Praga, centro que acogía a los más destacados alquimistas desde la época de Rodolfo II de Austria, fue testigo de la trasmutación de tres libras de oro de mercurio por un solo grano de polvo de proyección. 

El adepto Labujardière le había dejado “en herencia” a su mejor amigo Johann Conrad Richthausen, una caja conteniendo unos polvos rojos, con los cuales se presentó ante el emperador Fernando III de Bohemia (1608-1657), alegando estar en posesión de la piedra filosofal. El emperador, que era muy versado en filosofía hermética, permitió, bajo ciertas condiciones, realizar el experimento. “El 15 de enero de 1648, se llevó a cabo esta “divina metamorfosis” en el castillo de Praga. El adepto Richthausen, ante la presencia del emperador Fernando III y del alcalde, el Conde Russstatt (Conde de Rutz, director de minas), habría ennoblecido con un grano de polvo de proyección (tintura o polvo rojo) dos libras y media de mercurio que transmutó en oro, con el cual el emperador hizo acuñar algunas monedas de 300 ducados como recuerdo.(1)

En un lado de la moneda figura la representación de un personaje joven desnudo, cuya cabeza es un sol radiante. En la mano derecha sostiene la lira de Apolo, en la izquierda el caduceo de Mercurio. La inscripción en latín dice: “Divina Metamorfosis, realizada en Praga, 15 de enero 1648, en presencia de su Santísima Majestad el Emperador Ferdinand III”. En la cara posterior, en el mismo idioma dice: “Así como pocas personas conocen este arte, es poco frecuente que salga a la luz. Dios sea bendito por toda la eternidad, que de vez en cuando les revela a sus miserables criaturas parte de su inmensa sabiduría”.(2)

El tal Richthausen, operador de esta transmutación, recibió un premio en efectivo y el título de Barón. Con el oro filosofal, el Emperador mandó acuñar una medalla que en 1797 se conservaba aun en la Tesorería de Viena. Richthausen, hombre astuto, le vendió el secreto de pulverización al emperador, haciendo lo propio con varios otros señores, operaciones que le reportaron enormes sumas de dinero.


Fernando III hizo una nueva proyección en Praga, en 1650, y con el oro resultante se fabricó otra medalla que en el siglo XVIII figuraba todavía en la colección del castillo imperial de Ambras, en el Tirol. En virtud de estos hechos, el emperador concedió a Richthausen el título de Barón del Caos, y con tal nombre recorrió toda la Alemania haciendo proyecciones. Su operación más famosa fue la que en 1658 hizo ejecutar el Elector de Maguncia, quien convirtió en oro cuatro onzas de mercurio.(3)


Johann Konrad Richthausen, químico austríaco que un día llegaría a ser Baron de Chaos (Caos), nació a principios del siglo XVII, el 27 de noviembre de 1604 en Viena, y falleció el 25 de julio de 1663 en Schemnitz, hoy Banska Stiavnica. Fue hijo de un comerciante, llegando a ser conocido como un reputado alquimista en lo que hoy es Austria. En 1653 Richthausen fue detenido por presuntas irregularidades financieras, pero tras una pronta rehabilitación fue ennoblecido y se estableció en la calle Pretorio en el distrito 17 de Viena que lleva su nombre, el callejón pin en el distrito 7 de Neubau después de su fundación. En 1659 ya era conde chambelán en la llamada Alta Hungría (hoy Eslovaquia), que por entonces albergaba buen número de pueblos mineros. En su testamento a mediados del siglo XVIII, Richthausen dispuso parte de su patrimonio para destinarlo a la Fundación Chaos que sostuvo una casa orfanato. La tierra fue comprada en la Kärntnerstraße para el edificio principal y otro pedazo en el suburbio de Laimgrube para una casa de verano. 


El emperador Leopoldo I (1640-1705), en presencia de su médico de cámara el Dr. Johann Zwölfer, sacó de una caja que mantenía oculta, una de esas medallas doradas acuñadas con el oro trasmutado por Richthausen, se la mostró y le permitió hacerla acuñar en cobre, de modo que en su “Mantissa Pharmospagyrica” se puede ver una reproducción de ella. En la cara anterior, está el joven desnudo con un sol brillante sobre su cabeza. 

Para concluir vayamos a la iconografía del medallón. El joven desnudo con cabeza radiante representa al dios Apolo, jefe de las Musas y director de su coro, que conforme a la mitología respectiva actuaba como dios patrón de la música y la poesía por lo que la lira pasó a constituir un atributo común de esta divinidad solar en cuyo honor se cantaban himnos llamados peanes. 

En cuanto al caduceo se dice que fue regalado por Apolo a Hermes (Mercurio); la vara mágica de heraldo, poseía inicialmente dos lazos blancos como ornamento, los que posteriormente fueron sustituidos por dos serpientes (símbolo de prudencia y vida), para, finalmente, ser completado con un par de alas mercuriales que expresan la rapidez con que el mensajero de los dioses se podía desplazar de un lugar a otro.

En nuestros días la simbología filosofal, más que referirse a la trasmutación de los metales poco nobles en oro, debe ser entendida como reza en el medallón atribuido a Nostradamus, esto es como un camino para un cambio de destino, es decir para la divina transformación del espíritu, de las intenciones en la actuación humana. Por coincidencia leí hace unos días un manuscrito del renombrado científico norteamericano de origen indú Pradeep B. Deshpande de lo que será su próximo libro: "The Nature of Ultimate Reality and How it can Transform our World: Evidence from Modern Physics; Wisdom of YODA" en el que nos habla de la gran trasformación que podemos esperar en el siglo XXI a partir de un fortalecimiento del nexo humano con la realidad última que es la conciencia cósmica, algo así como una divina metamorphosis a escala planetaria. Entonces, la respuesta está en cada uno de nosotros, en cada ser humano concreto y en lo que cada uno pueda hacer para que este aserto sea comprendido por los demás.



Referencias:

1. JOSEF SVÁTEK: “Kulturhistorische Bilder aus Böhmen – Die Alchemie in Böhmen“ - Año 1879.
2. Ibid.
3. Para más detalles, consúltese: L. Figuier: L’Alchimie et les Alchimistes, 3ra. Edición, pág. 248. (G.T. H.P.B.)




jueves, 9 de octubre de 2014

Con un ojo vigilante

Rodolfo Sánchez Garrafa

Duermes no
Cavilas con un ojo vigilante.
La luna nos prodiga un ambiente
dispuesto para la caza nocturna.

Yo ando perdido a esta hora
debiera estar en mullida paja
en el nido acurrucando mis sueños
entre las plumas de mis hermanos.

Duermes no     Yo tampoco
Tengo mucho que aprender de cuanto
ocurre a otras horas en los mundos
superpuestos que se alternan.

Desde tu atalaya la organización
de las cosas debe ser más visible
por eso requiero acercarme tanto y
tanto a las cosas que tú ves.

Y por eso y porque eres lo más
familiar que se yergue ante mis ojos debo
saber aquello que se te hace evidente
aquello que de veras te interesa.

Yo confieso no tener apego alguno
hacia presas menudas aunque estas
sean  apetecibles pienso en los asesinos
mayores que también deambulan hambrientos.

Ya que estoy fuera de mi medio
expuesto a mansalva me hallo.
Si a ti te basta un mirador en la frente
Yo con dos ojos me veo inerme.

Solo atino a mirarme y lo que miro
no responde a mis preguntas
¿Quién dijo que ser animal es
tan sencillo como caer de un palto?

Por años fue arduo percatarme de
la condición zoológica de mi pico curvo
y para acabar me sigue siendo difícil saber
lo que debo entender por comida natural.

Nada sé sobre lo qué hay más allá del
espacio que mis redondos ojos dominan
ni sobre el punto en que aparecen
los torvos predadores de nuestra especie.

Duermes no  tampoco duermo solo cierro
los ojos y alerta me mantengo como ser
que en vuelo muere sin pesar alguno
como anónimo gladiador de circo.




viernes, 26 de septiembre de 2014

Estructuras simbólicas del juego infantil en el mundo andino en “¡A jugar se ha dicho!”

Rodolfo Sánchez Garrafa


El Fondo Editoral del Congreso de la República acaba de publicar el libro “¡A jugar se ha dicho! La infancia, el juego y el orden social”, compilado por el sociólogo Luis Tejada Ripalda, quien ha conseguido reunir un conjunto de trabajos de profesionales que nos ofrecen miradas particulares sobre los niños, el juego, su importancia, significado y experiencias educativas a partir de lo lúdico. El volumen comprende ensayos de educadores y especialistas como Julie Delalande, Manfred Liebel, María Emma Mannarelli, Regina Sirota, Rodolfo Sánchez Garrafa, Luis Negrón, Inés Westphalen, Marisa Horna, Alejandro Cussiánovich y Jesús Astete.

Luis Tejada Ripalda, sociólogo por la Pontificia Universidad Católica del Perú, es doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, nos dice que este libro aspira a cuestionar los “civilizados” criterios de progreso social y humano. Para él, puede decirse que el juego es un termómetro que mide la salud de un niño y que un niño que juega está sano física, mental y emocionalmente.

Una nota de prensa sobre el particular señala que en este texto se muestra al juego como la primera forma de educación, como la herramienta de formación moral y ética que modula el carácter y la ciudadanía, procura el bienestar individual y estimula la cohesión familiar y social. 

Matilde Ureta de Kaplanski, al escribir el prólogo del libro consigna: “Rodolfo Sánchez Garrafa y Luis Negrón Alonso nos entregan su artículo «Estructuras simbólicas del juego infantil en el mundo andino». Aquí vemos un modelo antropológico para el análisis del juego infantil, el mismo que plasma una imagen estructural-funcional de la actividad lúdica en contextos de interculturalidad y de bilingüismo hispano-quechua, sustentados en observaciones de campo efectuadas en el sur andino peruano, en comunidades campesinas del Cusco, Apurímac y Huancavelica. Proponen que tal vez dentro del juego se van plasmando las normas de la vida futura, como un traslado al mundo de la seriedad y de lo real, de todo aquello que el niño ya experimentó en un mundo en el que todavía las cosas no son serias, a la manera del adulto, así estaría planteada una doble perspectiva: la vida es juego; pero el juego también es vida”.

Luis Negrón Alonso y Rodolfo Sánchez Garrafa (Cuzco 2013).
Rodolfo Sánchez Garrafa y Luis Negrón Alonso reconocen dos sentidos fundamentales que la sociedad asigna a la práctica del juego, uno de ellos considera el juego solamente como un recurso de esparcimiento, de distracción, de diversión, que permite relajar la rutina de las actividades diarias; junto a esta primera concepción está la que toma el juego en su papel educador. Para situar el juego dentro de la segunda óptica, explican, hace falta conocer en profundidad el contenido ideológico de los distintos juegos que se practican en las localidades y centros educativos del ámbito nacional. Para Sánchez y Negrón, la realización de estudios que aborden esta materia puede constituir un incentivo concreto que ayude a superar una visión restringida del juego infantil, bastante generalizada entre los docentes. De hecho, el tema planteado tiene una vinculación sustancial con la formación integral de la persona, tarea que convoca no sólo a la escuela sino a todas las agencias de socialización como son la familia, el barrio, los grupos de amigos, etc. En este sentido, el papel educativo del juego infantil responde a un principio de integración horizontal, que inspira a la educación permanente.

El libro de Luis Tejada Ripalda (2014) se halla a la venta en la Librería del Congreso de la República del Perú. 330 pp. 22.5 x 15 cm. Palabras clave: Niños, infancia, desarrollo del niño, juegos infantiles, juegos educativos, terapéutica recreativa, recreación.


sábado, 20 de septiembre de 2014

APUS DE LOS CUATRO SUYOS: LA INFINITA BÚSQUEDA DEL CAMINO

Víctor Vimos Vimos*

Pretender la explicación del orden no tiene cabida sin la previa compresión del caos, pues el equilibro está fundado en la raíz del desconcierto, de donde solo puede surgir –en la medida en que esto sea posible–, una voz nítida y profunda, capaz de labrar en la piedra aquello que conocemos como verdad.


Pero también la verdad es construida en función del desafío. La misma voz que la levanta, como al pilar de la historia, se encarga de poner en crisis sus verdades, provocando con ello la expansión de sus significados originales, su posterior desborde y –para nuestra suerte–, su constante reinvención.

He aquí que la Antropología, que su método de trabajo, cobran real sentido. Pues, en tanto ciencia, basa su parte medular en una constante relectura y reescritura de su producción, teniendo como principal aliado al caos de la duda.

El hecho social, de este modo, tiene la misma dimensión del espacio y el tiempo, y como ellos, diría Spinoza “es la continuación de la existencia”. Y es capaz de ser leído con una serie de herramientas que contemplan en su ejercicio diversas posiciones para explicar la realidad.

¿Explicar la realidad? ¿En qué medida esto es posible, siendo, como pensaba Barthes, “lo verosímil nada más que una opinión”?

Rodolfo Sánchez Garrafa ha procurado, a mi entender, tener en cuenta la magnitud de esta pregunta para tejer la tesis central del libro que esta noche nos convoca: “Apus de los Cuatro suyos: construcción del mundo en los ciclos mitológicos de las deidades montaña”. Para él, la cosmovisión se legitima en una serie concreta de construcciones, acciones, pensamientos y visiones compartidas, en esencia, por los habitantes de los Andes.  

Esta forma general del pensamiento está asociada a un lenguaje que pone en diálogo el cosmos y la naturaleza, atendiendo al movimiento de cada uno para lograr una racionalidad binaria, capaz de ser cíclica en la medida en que los procesos inician y terminan, pero de ser infinita, en cuanto esos mismos ciclos dan testimonio del pasado, el presente y el futuro. En este sentido, las épocas del año, las regiones del espacio y las formas de parentesco, adquieren vital importancia en conjunto, moviéndose como un todo, en post del orden de la vida.

De esta forma, el autor esboza lo que llama su Modelo Explicativo sobre la Cosmovisión Andina. Y a partir de él, inicia un viaje a través de las manifestaciones culturales, imágenes, discursos y actitudes emitidas alrededor de los discursos míticos que envuelven a los apus Awsangate, Sawasiray–Pitusiray, Mallmanya, y Yanawanga; orientados respectivamente en el Qollasuyo, Antisuyo, Kuntisuyo, y Chinchaysuyo, es decir, en las cuatro líneas rectas imaginarias, cruzadas en ángulo recto, que dividían el Tawantin-suyu.

El rito es el terreno central para esta búsqueda. Sánchez Garrafa entiende que intentar la interpretación de la actividad ritual divorciada de su contexto de surgimiento y desarrollo, significa el silencio de su importancia global. Por eso atiende las condiciones históricas, sociales, económicas y políticas, en las que esta cosmovisión va cobrando forma propia, particularizando la relación mitológico–simbólica hasta lograr una complementariedad que muestra los hechos de la naturaleza como directamente derivados de las voluntades divinas. 

El orden especial del pensamiento que tiene lugar en este marco de comprensión jerarquiza, a partir del valor de esta complementariedad, las acciones que marcan en gran medida la cotidianidad de la sociedad andina. En la parte central de esta jerarquía, el estudio permite leer a los dioses montaña, poseedores de un poder que media entre lo humano y lo divino, y condensadores de líneas de parentesco que estrechan su relación eterna con los hombres.


Edwar Shils, en su análisis de la Ideología, propone que gran parte de la resistencia de esta en el seno social se debe a la afectividad con la que ha sido propagada. Eso, desde la lectura andina, tiene sentido pues, como propone Sánchez Garrafa, las relaciones entre los dioses montaña y los hombres están atravesadas por momentos liminales en los que el ciclo festivo condensa experiencia y pensamiento a favor de la naturaleza, logrando de esta forma representar el modo en que se viven y sienten las relaciones sociales. El apu contenedor de un espíritu que tendrá nominaciones locales, representará también para los hombres la organización territorial y el modelo, en función de principios, de la vida social. A través de él, el Hanaqpacha y Ukhupacha, serán los espacios que dialoguen y decidan el destino de los hombres.

El autor plantea un análisis dinámico, que muestra a una sociedad en movimiento constante. Ha tenido especial cuidado en esto, tratándose en parte de un estudio de estructuras simbólicas, en el que la etnografía, etnología, etnohistoria, lingüística y folclore, reclaman cada una sus espacios, a veces restrictivos. El discurso de Sánchez Garrafa atina en la utilización de cada uno de esos aportes, y entiende que la ejecución de este pensamiento está determinada fundamentalmente por la supervivencia humana. 

Víctor Vimos en su comentario crítico. Auditorio del IEP 18.09.2014.

Las fuerzas productivas, su aplicación y redistribución aparecen entonces especialmente atentas a las necesidades económicas y ecológicas de los habitantes de Los Andes, quienes en su deseo por sobrevivir utilizan, en igual media, fuerza y naturaleza, expresándolas en acciones agrícolas y ganaderas que, representan hora un inicio y un fin, y hora una consecuencia y precedente. Así la cadena de lo infinito  se vuelve tangible.

Parte importante de la mirada de esta obra pasa por el espacio que ocupa el individuo y la comunidad ante el pensamiento andino. Se identifica entonces un diálogo sostenido entre la necesidad colectiva del ritual, y el efecto personal que el mito tiene sobre el hombre. Si el ritual, como apuntaba Henrique Osvaldo-Urbano, describe la manera cómo una sociedad o un grupo enfoca su manera de ser, es porque el mito precisamente sostiene a esa identidad sujeta más allá del devenir histórico. Quizá así se pueda entender la aplicación de estos puntos de vista más allá de los alrededores de los apus en cuestión, y lograr que los aportes del investigador Sánchez Garrafa, dialoguen con las circunstancias condicionantes de la actualidad en otras latitudes de los Andes.

Parte importante de este estudio, en el que el autor reconoce la presencia de los trabajos de Zuidema y Ortiz, así como ciertas reflexiones cercanas a Hocquenghem, Ziolkowski, Sullivan y Golte, tiene que ver con las fuentes de información y su tratamiento. Entre ellas, la oralidad sobresale inmediatamente. No solo porque la construcción del mito sostenga su duración en la actividad comunicativa de la lengua, sino porque, al tratarse de un compuesto estructural–funcional, la relación entre lo que contiene y lo que es contenido tiende a particularizarse poblando su  sentido con una serie de imaginarios que hablan de la diversidad del hombre andino. Rodolfo Sánchez Garrafa, quechuahablante, vilcabambino, ha puesto el oído a disposición de la sorpresa, cumpliendo con ese sencillo pero decisivo principio del etnógrafo solitario.

Una cita con los apus y un ambiente colmado para el recuerdo.

Notable el aporte que un trabajo de esta naturaleza puede brindar a parte del debate antropológico en la actualidad. No solo por el valor del análisis con el que el autor sostiene la existencia de una visión panandina, capaz de mantener su vigencia en la necesidad que tienen los hombres por asegurar sus vidas, sino porque en la construcción de esta idea aporta al diálogo de los otros, dimensionando la complejidad del pensamiento nacido en las entrañas de los Andes, y al que el tiempo y circunstancias han sabido desoír en función de la supuesta universalidad de pensamiento que propone occidente.

A cambio, Apus de los Cuatro Suyus, nos abre la puerta para redimensionar los conocimientos que integran la explicación de la realidad andina, logrando un discurso que pone en evidencia la importancia que la naturaleza representa para el hombre, y todo el nivel de construcción mítica, ritual, religiosa y social, que se ha articulado a esta relación. La actualidad, poblada de una globalidad cada vez más agresiva, apunta sobre todo a la reproducción indiscriminada de lo monotemático. Aquí, esa reproducción se ve reducida frente a los surcos de la cultura, al sendero de diversidad que sostiene al hombre andino y que lo lleva a comprender desde una forma particular el tiempo contemporáneo.

Atender a ese pensamiento es atender a nuestra propia historia, a la autenticidad con la que ella se va contando en la institución de nuestra propia vida.

Solo así el orden. Y entonces, una vez más, el caos.

*Víctor Vimos, antropólogo por la Universidad Politécnica Salesiana de Quito-Ecuador. (Foto 1 de Carlos Bardales. Fotos del acto de presentación, Mariana Gómez).



UNA LECTURA DEL PERÚ DESDE LA COSMOPERCEPCIÓN Y LA DIALÉCTICA ANDINA

José Luis Ayala*

Este es un libro que sin duda lo hubieran querido leer con infinita unción y fervor peruanista, José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Jorge Basadre, José María Arguedas, Ciro Alegría, Luis E. Valcárcel, José Antonio Encinas, Gamaliel Churata, Uriel García, Emilio Choy, Alberto Tauro del Pino, Emilio Romero, Ernesto More, Alfredo Torero, Edmundo Guillén Guillen, Alberto Flores Galindo y Virgilio Roel Pineda, entre otros epónimos peruanistas. Se trata de un trabajo de muchos años, no solo de investigación de campo, sino de relecturas analíticas, para darle un desarrollo final coherente y sistemático, con infinita pasión humana como dice Rodolfo Sánchez Garrafa, a su “vocación por la temática relativa al pensamiento andino y estructuras simbólicas”.

No es una novedad afirmar que, hay muchos libros sobre Historia del Perú oficial y el sistema educativo con criterio neo colonial, (pero es necesario reiterarlo), escritos desde engañosas ideas ejes, cuyos argumentos se repiten para construir una visión derrotista, tergiversada, falsa y con una mentalidad pro hispana. Pero son pocos los libros como “Apus de los Cuatro Suyus. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”, como el de Rodolfo Sánchez Garrafa, que tratan acerca del Perú sideral, esencial, cósmico y maravilloso, desde la perspectiva de la mitología andina en relación a los orígenes y el rol milenario de los apus, paqarinas, waqas y achachilas.

Este es un tema complejo, ignorado a propósito, es también antiguo como nuevo; sin embargo, debido a la globalización sesgada y el posmodernismo impuesto, asistimos a un permanente proceso de avasallamiento y destrucción de la memoria colectiva ancestral y fundacional. La idea es acabar con el imaginario mítico-social y orígenes del Perú sideral, donde lo extraordinario es cotidiano, además, se trata de sepultar los fundamentos dialécticos de la religiosidad andina, poblada por seres vivos que hablan, se alimentan y caminan desde el tiempo del purunpacha hasta la era de los mistis o mestizos, que viene a ser oficialmente el siglo XXI. Además, dos historias pugnan por imponerse desde distintas perspectivas, la historia de los invasores dividida por épocas y la historia andina que se desarrolla por eras.

Debido a su formación académica, pero mucho más obedeciendo a sus más profundas convicciones de peruanista ejemplar, Rodolfo Sánchez Garrafa, ha escrito un libro que era necesario trabajar para responder a la falsa afirmación del “fin de las ideologías” de Francis Fukuyama. Muchos intelectuales celebraron la idea del triunfo del neoliberalismo intelectual como ideológico, pero nada es eterno y todo cambia. Quizá sin proponérselo, Rodolfo Sánchez Garrafa suscribe un libro con un sistema de signos y principios ideológicos propios, como la mejor respuesta a Fukuyama. Muchas veces el escritor, se sorprende cuando hay una distinta lectura crítica de su libro, que además de las ideas centrales analizadas, aparezcan otras que quizá no haya previsto durante su escritura.
 
Con José Luis Ayala, autor de esta nota crìtica, al término de la presentación.

Así entonces, esta noche no solo se trata de una presentación más o menos adecuada, de comentarios que es necesario hacer para que el libro sea acogido con benevolencia por una prensa que solo arroja cacosmia en las pantallas y papel impreso, todos los días. Estamos frente a un acontecimiento histórico singular y esperado durante muchos años. Rodolfo Sánchez Garrafa con “Apus de los Cuatro Suyus. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”, se convierte de hecho en un pensador americano, en un ideólogo quechua-aymara, en un altu misayuj, un yatiri, un kallawaya, un qaqa achachila que desde la academia habla sin academicismos repetitivos, sino más bien con sencillez, identidad y sabiduría.

Pero no es fácil resumir en pocas palabras un libro de antropología e historia social andina, sobre todo de un texto alimentado con una clara ideología descolonizante, desde una distinta cosmopercepción, destinada a replantear los orígenes del Perú. Es en síntesis una nueva relectura desde la antropología para entender lo que fuimos, lo que somos y lo que debemos ser. Resulta que no todo cuanto hasta ahora se ha dicho en referencia a los padres generadores de la vida, tenga fidelidad con los orígenes y creación del universo andino. No hay duda que la filosofía ha muerto y hemos tenido el privilegio de asistir a sus funerales. Más que cosmovisión, que es un préstamo lingüístico para ver, reconocer el mundo y el cosmos, es mucho más propio y apropiado, hablar de cosmopercepción y ese el trabajo esencial de Rodolfo Sánchez Garrafa.

Apus de los Cuatro Suyus. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”, es un texto denso de más de 333  páginas muy bien escritas, con trabajos de campo, testimonios orales, lecturas de crónicas como de muchísimos libros referidos al tema y con ilustraciones oportunas. Entonces, ahora vayamos al fondo del tema: El libro está dividido por razones didácticas y expositivas, en capítulos, destinados a conducir al lector para que pueda entrar a un cosmos complejo, humano y ancestral, poco conocido por la gran mayoría de lectores incluso exigentes en estos temas.

Jürgen Golte hace una adecuada presentación y afirma que los antiguos peruanos, que construyeron y constituyeron diversos pueblos y comunidades humanas, compartieron la misma percepción cósmica e interpretación dialéctica sideral, aunque en algunos lugares el lenguaje haya sido distinto, pero no el patrimonio cognitivo. Señala que después de la invasión española, muchos datos desaparecieron, de allí la necesidad de reinterpretar el pensamiento andino, pese a las variaciones del tiempo. Afirma con razón que: “La propuesta de Sánchez de hecho permite homologar con más facilidad diversas categorías que se ha considerado fundantes en la comprensión del pensamiento de Los Andes”.

El sumario es una guía para la lectura de un libro referente a la mitología y cosmopercepción, desde la perspectiva de los dioses montaña como apachetas, apus, wamanis, achachilas, pakarinas y waqas, ubicados en diversas latitudes. Lo importante es que se puede identificar a los seres humanos en relación a la naturaleza, las dificultades y bondades del medio social. Los textos del libro se alimentan de investigaciones antropológicas y concurrencia de la etnohistoria, lingüística, etnología, etnografía, folklore y literatura oral. El propósito central es desarrollar un discurso en referencia a los apus Awsangati de Quispikanchis-Cusco (Qullasuyu). Sawasiray-Pitusiray de Calca-Cusco (Antisuyu). Mallmanya de Grau y Antabamba en Apurímac (Kuntisuyu) y Yanawanga de Cajamarca (Chinchaysuyu), por medio de trabajos de campo, relecturas y apoyo de una buena cantidad de libros referidos al tema.

Aparece muy claramente la idea de identificar, descifrar y fijar la evolución del pensamiento mítico desde la tradición oral, como “leer” sus estructuras vivientes. Conocer mejor el comportamiento de las comunidades y pueblos desde la economía, así como la división de clases sociales que rigen su existencia en contacto con los apus. Llegar hasta el núcleo de los discursos míticos y entender mejor, una coexistencia de relaciones de trabajo, desde la etnografía,  instrumentos de análisis y el uso de la antropología posmoderna, son otras de sus contribuciones.
Debido a la experiencia pedagógica, Rodolfo Sánchez Garrafa, al referirse a la tradición oral y a los apus, señala que sus investigaciones antropológicas sobre estructuras simbólicas, empiezan: “A partir de la consolidación de un corpus mítico sobre Apus representativos, procuro – dice  explicar aspectos contextualizados con la cosmovisión e ideas mágico-religiosas que surgen la vida del hombre andino,  expresando su manera de comprender la naturaleza y el medio social en que se desenvuelven”. Un aspecto importante es la lectura y sistemática revisión de todos los cronistas españoles que se han ocupado de jintilares, wakas, chullpas,  achachilas, apus y apachetas. Al preguntarse “¿Qué es mito?, en ese empeño, afirma hice un señalamiento sobre los puntos de vista funcionalista y estructuralista de la antropología contemporánea, destacando las limitaciones funcionalistas que atribuyen al mito un contenido explicativo histórico”.

El libro está dividido por razones didácticas de la siguiente manera:
I.                Planteamiento y diseños metodológicos.
II.             Un modelo explicativo sobre la cosmovisión andina.
III.           Las identidades en los mitos del apu Awsangati.
IV.    Pitusiray y el tinku sexual. Una conjunción simbólica con el mundo de los muertos.
V.              El poderoso Mallmanya de los Yanawara y los Qotanira.
VI.           Yanawanka de los yanayaku, agua, vida y salud en la vertiente occidental.
VII.        La construcción del mundo y la veneración a las deidades montaña. 

Después de una lectura pausada y densa, que no se puede acometer en uno o dos días por el volumen de páginas, resulta que se aprende mucho, porque se trata de una cátedra abierta para el aprendizaje, la educación  y el debate. Pero sucede que el  lector que oficia de crítico o comentarista, se pregunta si el libro será recibido o no tal como se merece.  La respuesta es que Rodolfo ha cumplido con la tarea moral de repensar al Perú, con su antiguo compromiso de reedificar la memoria colectiva y ese sin duda uno los más grandes aciertos de su libro.
  
Y no le falta razón cuando afirma: “Para los andinos, los apus son seres de poder, intermediarios eminentes que actúan en kaypacha o interface ubicada entre los espacios fundamentales del cosmos. Las montañas o dominio de los apus constituyen, por su parte, espacios liminales entre hanaqpacha y ukhupacha. Esta concepción nativa se mantiene y se reconstruye, tanto en la estructura mitológica cuanto en los contenidos de trama argumental que conserva la tradición oral”.


El pensamiento mítico moldea y rige el comportamiento social de los seres humanos, pero además interviene la interpretación de los sueños, los presagios, el canto de las aves, la lectura de la coca, los pagos a la pachamama, a los lagos y lagunas. Todos estos rasgos culturales condicionan la sicología personal como colectiva de las comunidades humanas. La tradición oral, los relatos real maravillosos, oníricos y cosmogónicos, la lectura del universo, de la vía láctea, las voces del viento, la presencia de anchanchos, sirenas y condenados, permiten que la soledad cósmica sea asimilada sin tedio existencial ni metafísico. Pero los tres mundos como hanaqpacha (el mundo de arriba), kaypacha (la realidad cotidiana) y el ukhupacha (el mundo de adentro), están inter relacionados y unidos por una cosmopercepción que a la vez permite mitigar la pobreza social de siglos. Ese mismo sentido de unidad y diferencia territorial ancestral, es decir con la aplicación del concepto de tinku, se sustenta la división territorial en suyus: Chinchaysuyu, Antisuyu, Kuntisuyu y el Qullasuyu. Hay un cordón umbilical mítico como cosmogónico que une a las partes divididas y a la vez dialécticamente inseparables. Los apus son personas vivas y actúan como intermediarios, tienen sentimientos humanos; amarguras, tristeza y alegrías, por lo que es preciso establecer con ellos una convivencia y armonía permanente. Lo esencial es que la eternidad tiene un sentido cosmogónico.
           
Todos los conocimientos expuestos por Rodolfo Sánchez Garrafa, deberían ser asimilados por las facultades de humanidades de las Universidades Peruanas, los antropólogos, historiadores, arqueólogos, etc., etc., deberían trabajar en los ministerios de agricultura, relaciones exteriores, cultura, educación y turismo. Los embajadores  del Perú, los agregados culturales deberían hablar quechua, aymara y además las lenguas amazónicas como tener una información mínima de estos conocimientos. Los ministros de educación deberían hablar quechua, aymara y otras lenguas de los pueblos que habitan la Amazonía. Claro que estas ideas parecen peregrinas, pero llegará ese momento histórico, porque para eso se escribe esta clase de libros. Hay hechos que tardan mucho tiempo en consolidarse, pero el proceso dialéctico de descolonización de la historia sigue su curso, y ese es también uno de los méritos pedagógicos más importantes de este libro. 

El momento grato de estrechar las manos.
          
Eso ha sucedido en la literatura latinoamericana raigal y cosmogónica, Gamaliel Churata en “El pez de oro”, así como en “Resurrección de los muertos”, utilizó la cosmopercepción andina y recién durante estos últimos diez últimos años se le ha leído y comprendido, desde la academia. ¿A qué se debe el retraso de una valoración ontológica, así como la falta de ediciones críticas de sus libros? Sin duda al desconocimiento de los aportes de la antropología moderna, pero reparado en parte este hecho, se debe a la concurrencia de las ciencias sociales, de modo particular a la lingüística e interés que ha despertado el proceso de descolonización ideológica en América. Churata se ha convertido ahora en un escritor tan importante como Felipe Huaman Poma de Ayala y el Inca Garcilaso de la Vega. No ha faltado quien haya afirmado que con Churata se inicia el fin de la influencia de la filosofía occidental en la literatura latinoamericana, debido a que reivindica una forma de pensar desde la cosmopercepción, usa la escritura híbrida, la diglosia, la riqueza idiomática y simbología de las culturas quechua y aymara, para expresarse desde la célula vital, del eje a la periferia y viceversa.

Los trabajos de crítica literaria desde de la cosmogonía, el ayllu, los apus, las paqarinas, el ajayu watan, los achachilas, las wakas, la célula cósmica y movimiento circular de la vida y la muerte como los seres que analiza Rodolfo Sánchez Garrafa, permite que se impulse el proceso de estudio y decodificación literaria. ¿Qué hubiera dicho Gamaliel Churata de “Apus de los Cuatro Suyos. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”. Haciendo uso de la ucronia, que es una licencia válida para estos casos, seguramente que se hubiera alegrado, escrito un texto superior y no hubiera regateado en ponderar la inteligencia, el conocimiento y amor por el Perú de parte de Rodolfo.  
  
Por eso es que alguna vez habrá que escribir un ensayo referente a Rodolfo Sánchez Garrafa y a Gamaliel Churata. Hallar los siderales vasos comunicantes, la corriente cósmica sanguínea que fluye en ambos libros. Pero sobre todo servirá para entender mejor a Gamaliel Churata, al Perú esencial y cósmico. Churata permaneció desterrado durante 30 años en Bolivia y a su regreso al Perú, en Puno como en Lima, solo encontró pobreza, desprecio, marginación y odio a su genialidad literaria. Todo porque escribía con una prosa quechuizada y aymarizada, tal como hicieron en su tiempo Garcilaso y Huaman Poma. Churata encontró una sociedad adversa, cuando todavía no se había realizado la reforma agraria, ni los cambios sociales ni el ascenso paulatino de migrantes andinos a los circuitos comerciales, menos culturales e intelectuales ni académicos como ahora. 

Gratitud para todos quienes pudieron acompañarnos y para los que han de sumarse.
     
La pregunta es: ¿Qué misterioso y mágico cordón umbilical los une? El libro de Churata es un texto precursor de literatura latinoamericana no solo porque se adelantó en crear lo real maravilloso de Alejo Carpentier y realismo mágico de Gabriel García Márquez. Escribió ensayos analíticos sobre estructuralismo analítico mucho más antes que un investigador francés, del que ahora muchos de sus desencantados discípulos, no quieren saber nada de él. Pero quien lea “Apus de los Cuatro Suyus. Construcción del mundo en los ciclos mitológicos en las deidades montañas”, de Rodolfo Sánchez Garrafa, establecerá un diálogo con los primeros habitantes del Perú, con los apus, achachilas, con los jintilis que pusieron las primeras piedras de los cimentos de la eternidad y grandeza del Perú.

Gracias a la lectura de este libro, se constará que pese a más de quinientos años de destrucción cultural constante, control y sojuzgamiento del subconsciente colectivo, estamos aquí, hablamos, pesamos y escribimos en quechua y aymara. Hemos superado en parte la crueldad, el endurecimiento del poder, la coloniedad con el auxilio de la metafísica. Después del crimen cometido contra José Gabriel Túpac Amaru, sin embargo todo cambió pero el proceso histórico sigue su marcha y no se ha detenido. Bien podríamos decir ahora que tenemos el uso de la palabra,  existimos, reflexionamos por nosotros mismos y hemos empezado a recuperar una distinta manera de pensar. Ese el aporte mayor y singular de Rodolfo Sánchez Garrafa. Este libro servirá para refundar la democracia, una ideología distinta, una educación plural, servirá para refundar el Estado y la República, pero sobre todo para refundar el Perú cósmico y eterno.
(2014)
  * José Luis Ayala, escritor, ensayista e investigador de la cultura aymara. (Fotos de Carlos Bardales R.).

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