viernes, 27 de junio de 2014

Metido en un campo de girasoles


Pocas veces
me
he
sentido
así
como metido en un campo de girasoles
Me ocurrió un día mientras veía una película
ya clásica de Vittorio De Sica
Me sucedió también al conocer un maestro
sapiente y diestro en el arte del magisterio
y la i luz i on.

Entre tanto la luna atraía mis inflorescencias con
su
canto
tan
especial
de paloma enamorada y en pleno día
arrebatábame hacia los predios encantados
de la noche.

Pero no hay quien se resista a
los
rayos
del
sol
de madrugada de esos que te jalan la pita
de marioneta o te aplican una soberana patada
sin contemplación alguna.

El amor sin medida ni aderezo está en todo lado
en el latido de sístoles y diástoles de apóstoles
y mirones
sino no se explica por qué giramos de
unos
a
otros
ojos
por qué vamos de unas a otras bocas
de unos a otros pelos
de unos a otros nombres.

Cuando la luna se oculta desespero por el amanecer
es que al romperse los conjuros vuelvo otra vez
a soportar la prisa vascular mientras
un corro de grillos en un campo de girasoles canta:
¡Oh soles!
¡Oh soles!
¡Oh soles míos que giráis y giráis
y a vuestro morro sin falta tornáis!
El morro de marras el morro aquel de los girasoles
que lleno de antenas se dobla en mi espalda
sin querer.


(Poema de Rodolfo Sánchez Garrafa, Lima-Perú)

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