domingo, 13 de septiembre de 2015

EL SIMBOLISMO DEL TRAPECIO EN EL MUNDO ANDINO

Miguel Ángel Castro Álvarez*


Tomé la determinación de escribir sobre este tema, después de  visitar repetidas veces las antiguas casonas y monasterios de la ciudad del Cusco y contemplar el esplendor de sus característicos arcos de medio punto que eternizan la vivencia de quien tiene la oportunidad de verlas. El presente artículo está basado en los datos tradicionales expuestos por el notable metafísico francés René Guénon, en su obra “La Gran Triada”.
La costumbre de construir arcos es propia de las sociedades tradicionales que, a través de este elemento constructivo, buscan transmitir la idea del encuentro armónico entre el  cielo y la tierra. De hecho, esta no es una idea arbitraria de alguna sociedad cuyas convenciones solo son comprendidos por sus integrantes; sino que estuvo ampliamente generalizada en el mundo antiguo, conforme se puede apreciar en las diversas construcciones sagradas realizadas tanto en Mesopotamia, China, India, Egipto,  como en otras sociedades tradicionales[1].

Arcos prehistóricos, Stonehenge (Imagen tomada de la web).

Considero que el Tawantinsuyo  no fue una excepción a estas sociedades, que no estuvo exento de  concebir y difundir  a su manera aquella misma idea, ya que tal  noción se encuentra definida de forma muy clara en la iconografía prehispánica relacionada al trapecio. (Golte, 1994). 
Pero antes de empezar nuestro estudio sobre el simbolismo del trapecio en el mundo andino, conviene dilucidar algunos postulados fundamentales sobre la cosmovisión Andina, de modo que permitan al lector discernir de mejor manera sobre cada uno de ellos e interrelacionarlo, debidamente, cuando requiera el caso.


El ternario celestial 
La cosmovisión andina se desarrolla a partir de un principio ternario celestial (Ver Fig. 01) compuesto por un elemento binario (masculino-femenino)[2] y otro unitario de propiedad ontogénica[3]. Así se entiende que el cosmos andino presenta tres niveles: el mundo masculino de arriba o Hanaqpacha; el mundo femenino de abajo o Ukhupacha y el mundo del Estar- Aquí o Kaypacha. Esta última  sostiene a las que la anteceden y es, a la vez, punto de encuentro y germinación de ambas realidades que corresponde también a la realidad humana (Kuch, 2007).

Fig. 1. Ternario celestial.


El cuaternario terrestre 
Cuando escuchamos o leemos la palabra tawantinsuyo, nos viene a la mente de manera inmediata el significado de esta palabra: la distribución geográfica en cuatro regiones del territorio en la que estaba asentada la civilización Andina. Esta noción nos servirá para introducirnos en el significado y el simbolismo que adopta el número 4; Tawa, en quechua, visto desde la perspectiva geométrica.
La figura cuadrilátera que representa a este número se forma a partir de la reflexión horizontal de un triángulo equilátero, mediante la proyección vertical y simétrica del principio unitario, en relación a la base, apareciendo el reflejo de este primer término, en el plano de reflexión por la base misma, es decir, no siendo ésta más que el plano medio donde se sitúan los dos términos complementarios que surgieron del primer término y que producen el último tal como aparece en la figura  02.

Fig. 2. Cuaternario terrestre.

El cuadrilátero puede ser considerado como la base misma de la existencia del mundo, razón por la cual es el símbolo de la Pachamama.  Para hacer efectiva su operación, la Pachamama necesita de la influencia divina del Inti, es decir, los dos símbolos geométricos aquí expuestos se encuentran sintetizados en el gráfico del altar mayor del Coricancha, reproducido por  Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua entre los siglos XVI y XVII, el cual puede servir de referencia para la comprensión simbólica[4]. Como bien podemos notar, el dibujo está compuesto de un triángulo, donde se ubican las principales divinidades celestiales; debajo del triángulo se adhiere un cuadrado, el cual contiene a su vez el resto de entidades que constituyen el panteón andino (Ver Fig. 3).

Fig. 3. Gráfico elaborado a partir del original de Pachacuti Yamqui Salcamayhua


Dicho esto, ahora, nos internamos de lleno en el examen del tema propuesto: El simbolismo del trapecio.
En primer lugar, debemos señalar que el trazo del trapecio andino y su correspondiente uso en hornacinas, ventanas y puertas  de los templos u otros edificios dedicados al uso “sagrado” o “doméstico”  tiene equivalencia simbólica con el arco arquitectónico oriental, ya que se trata de estructuras constituidas esencialmente por la superposición de figuras que denotan el encuentro del cielo con la tierra. Hecho fundamental en todas las mitologías tradicionales, generadora del “cosmos” en conjunto. Si bien presentan algunas diferencias particulares como: el arco de medio punto, representado por la superposición de un círculo y un cuadrado; mientras que en el trapecio se superponen un triángulo y un cuadrado. Cabe señalar, además, que el trapecio no es en realidad sino la forma bidimensional y sección vertical de una pirámide trunca cuya base menor corresponde, evidentemente, al punto más elevado de este tipo de construcciones.

Pirámides moche. http://www.escuelapedia.com/ 

Ahora bien, en la arquitectura del mundo andino, la estructura trazada en hornacinas, ventanas y puertas, presenta el trapezoide simétrico en relación con el eje central, vertical y no visible de la construcción, el cual señala el centro espiritual  de la figura[5]. Este punto se identifica virtualmente con el “principio unitario y ontogénico”. Esta es la verdadera razón por la que un trapezoide es considerado como un altar sagrado ya que, simbólicamente, en él se cumple la manifestación del principio fundamental de la existencia. Así es cómo el trapecio, de forma general, constituye un símbolo del cosmos, pues representa la manifestación, producida por la irradiación del centro ontogénico.

Nichos con trapezoide inscrito. Choquequirao, Cusco. Foto extraída de wiki.sumaqperu.com

Podemos comprobar lo expresado cuando examinamos un nicho construido al interior de la hornacina. Hallaremos un sentido simbólico muy profundo, debido a que  el nicho señala una abertura que nos conduce al interior o  más acá del cosmos. En razón de ese simbolismo, la construcción del trapecio es, propiamente, la realización constructiva de un modelo cósmico y que, por eso, puede servir normalmente de “soporte” a una iniciación espiritual.


*Antropólogo egresado de la Universidad Nacional  de San Antonio Abad del Cusco, con estudios de Maestría en Filosofía por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Actualmente es Coordinador de Cementerio Museo Patrimonial de la Almudena de Cusco.
[1] Entre los ejemplos más característicos pueden citarse, el stûpa búdico, la qubbah islámica, cuya forma es exactamente semejante a los arcos empleados por la civilización caldea en el tercer milenio a. C. 
[2] Los elementos binarios, es decir el 2 y 3, correspondientes  a los principios femenino y masculino respectivamente, al interactuar generan el número 5, cuyo equivalente simbólico es la +, signo que representa al aspecto complementario y equilibrante de los opuestos. Viene a ser el punto que asegura la subsistencia y la reproducción de la existencia universal.
[3] El término ontogenia deriva de Ontos, participio presente del verbo griego einai, ser. Se refiere al desarrollo del individuo, en especial  en el periodo embrionario. Churata emplea la palabra ontogenia para  denominar el alma colectiva del cual deriva toda criatura humana (ver Churata, 2010). 
[4]  Gráfico extraído de Wikimedia.org - (Orig.:) Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua, Juan de (1613). Relación de las antigüedades deste Reyno del Piru. (Secund.:) Marcos Jiménez de la Espada (ed., 1879). Tres relaciones de antiguedades peruanas. - Madrid, Imprenta y fundicion de M.Tello. p. 257.
[5] Es común encontrar en la arquitectura tradicional andina el uso de dos puntos paralelos que señalan, a su vez, el fundamento de cualquier estructura. Estos dos puntos señalan el “centro espiritual” por donde se manifiesta la divinidad y el “centro terrenal” por donde  se expresan los ancestros. 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
CHURATA, Gamaliel
2010 Resurrección de los Muertos/ Alfabeto del Incognoscible. Edit. ARN. Lima.
GOLTE, Jürgen
1994 Íconos y narraciones. La reconstrucción de una secuencia de imágenes Moche. IEP. Lima.
KUCH, Rodolfo
2007 Obras completas. Pocket- 1ª ed. Fundacion Ross, Santa Fe, Argentina.
PACHACUTI YAMQUI SALCAMAYHUA, Juan de Santa Cruz
1993 Relación de antigüedades deste reyno del Piru [1613]. Estudio etnohistórico de Pierre Duviols y César Itier. IFEA/ CBC, Cusco.
SANCHEZ GARRAFA, Rodolfo
2015 Apus de los Cuatro Suyos. Edic. IEP-CBC, Cusco, Perú.


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