jueves, 25 de mayo de 2017

Harold Alva y la épica del desastre

Rodolfo Dondero Rodo


Épica del desastre, antología que tuve la suerte de recibir de las manos de su autor, contiene una selección de poemas que guardan un orden cronológico, a partir del año 2000 hasta el 2015. Quince años de fructífera producción, que distingue a Harold Alva como uno de los escritores representativos de las letras peruanas en estas primeras décadas del siglo XXI.


Alva es polifacético, y entre otras especialidades, escribe edita y es gestor cultural. Alma de guerrero con su pluma en ristre, evoca con ternura los años en que según su propia confesión, era todavía un púber con aroma a chancaca de los cañaverales del norte, donde luchó a pulso doblegando algarrobos y sembrando sus propios sueños, bajo la guía de su progenitor paterno al que le dedica versos, quizás muy pocos versos, donde exhibe su alma noble traducida en el amor filial.

Se lee en uno de sus poemas (II de Sotto Voce): "Tú eres el vértice/ Los íconos del arca/ El alba que llega/ Como una rosa/ Húmeda y lejana". Abstracto, sensitivo, se manifiesta y exterioriza, dándole forma poética, conforme se avanza en la lectura, a sus peces, sus palomas, sus convicciones e incredulidades, siguiendo pautas del surrealismo decimonónico. 

Deconstruyendo la poética ofrecida por Harold Alva en la “Épica del desastre”, encuentro que surge una secuencia embrionaria en la que el estadío morular se muestra en la primera parte del libro a lo largo de sus poemas numerados del 1 al 10 donde concurren versos, que por sí solos tienen una extraordinaria capacidad de proyección de imágenes.

En seguida observo que, en los poemas del 2006 al 2009,  el embrión poético se alinea constituyendo la blástula, estadío en el que se definen a las células como pluripotentes, es decir capaces de generar cualquier tipo de tejido. Esto es perceptible en cada uno de sus poemas, de dos de los cuales me complazco en citar algunos versos:

PREGUNTO A LOS PÁJAROS POR MI PAÍS:

“…Y yo te busco Perú en este instante
Cuando un insulto es la mano
              que iza tu bandera…”

LAS VÉRTEBRAS DEL FUEGO:

“…Los pájaros que destrozan con sus picos la infamia del silencio…”

“…Y qué es la fuga
Cuál de todas las virtudes es el talismán 
               al que te aferras
Aquí solo sé de esta incertidumbre
                              que calcina…”

“…El exquisito mar que ataca con su brisa
La sonda que sujeta mis huesos
          como un cocodrilo
Como la maligna bestia
                         que reina en mis pesadillas…”

Es así cómo, en esta segunda fase embrionaria de la poesía de Alva, se va posicionando una conciencia poética al estilo de Vallejo. Veamos, por ejemplo, cuando nuestro emblemático poeta dice en su poema LLUVIA: “En Lima…En Lima está lloviendo/ el agua sucia de un dolor/qué mortífero. Está lloviendo/ de la gotera de tu amor…”; Harold Alva, por su parte, en su poema LIMA nos dice: “…Y Lima entera se detiene/ Y Lima entera se inclina frente a tus pasos/ Y Lima entera se conmueve con el filo de tu lengua/ Que parte en tres la dicción del aire/ El rumor de los malecones…”


La riqueza del lenguaje y el uso magistral de la metáfora van por un camino claramente poético en el que destaca la descripción de lo vivido, de lo observado, y algunas veces de las emociones que provoca el acto o suceso en que está basado el empirismo, aquí es donde Harold Alva se vuelve un tributario importante del gran caudal de la poesía contemporánea peruana.

En la “Épica del desastre” se llega finalmente a la tercera fase embrionaria que es la gástrula, en la que se inicia la diferenciación funcional de los tejidos, es decir cuando empiezan a formarse los sistemas, y el poeta hace sentir sus latidos, tanto como sus procesos digestivos, y la actividad de sus neuronas, utilizando para ello un símbolo recurrente, el de los pájaros, seres alados que observan desde las alturas quizás como un corolario de la meta puesta a punto de ser conseguida, y en el que se fundamenta la construcción de los egos, en este caso el del poeta.

En la sección dedicada al año 2012, Harold, obsequia una descripción del paisaje urbano limeño, interrelacionado con sus sentires y sus críticas: “…Me pregunto/ Qué pueden expresar/ Aquellos que no conviven/ Con la locura de alimentar sus propios monstruos/ Sus propias demoliciones/ El mínimo absurdo de sacar el rostro/ Para escupirle a la arrogancia/ De unos versos/ A ese animal que pese al frío/ Todavía se calienta con el pellejo de sus alas…”

Este pequeño ensayo sobre el discurrir literario no es completo como debiera ser, es somero y sin pretensiones, un comentario de quien gusta involucrarse con el arte, a sabiendas que ésta es una manifestación exenta de sentirse inocente o culpable, verdadera o falsa, comprensible o incomprensible… En la página 71 de “La épica del desastre” se leen los siguientes versos: “Nadie conoce el drama de estos hombres/ Nadie la sangre/ Que circula por las llaves/ Que ingresan a sus cuerpos/ Nadie la voz escrita de mi padre/ Que toda la noche a custodiado/ Como hace años/ El sueño de los internos// Lo observo/ Escupe/ Las hélices se mueven/ Como pájaros detenidos en el techo.”


Es para el lector, una prueba que Harold ha sido seducido por la fascinación que provoca versar lo incomprensible.

Es obvio que la criatura anda ya formada, exhibiendo su potencial literario y deja de ser embrión, después del acopio multidimensional que engalana el discurso de cada poema; así ocurre también en la prosa poética que el autor recopila en la “Épica del desastre”.

En el poema Locura, elegido para la convocatoria de Circulandino, Harold Alva aterriza en la locura literaria que acompaña a todo escritor, aquella que proviene de la ficción que es al mismo tiempo la fuente desde donde fluyen las palabras, no es la locura patológica que horroriza a los seres que moran en los manicomio, lo que constituye en todo caso la realidad donde se anclan las obras literarias.

Las ánimas que entran por los ojos, para difuminar la paz, para Jesús G. Maestro constituiría un ejemplo de literatura sofisticada, programática o reconstructivista, por la relación operatoria que se establece entre los términos ideales (las ánimas y el difuminar la paz) y los términos reales (los ojos), en igual forma el gesto de la mariposa establece una relación operatoria entre lo ideal (el gesto) y lo real (la mariposa), y los versos siguientes siguen por el mismo cauce, de la retórica construida sobre sucesivos oxímoron. 

El actor o sujeto poético actúa en primera persona, en base a un proceso que pertenece al pasado “Yo pensé que la locura…” es entonces cómo el poema se convierte en un relato de lo que fue o lo que pensó que era la locura, quedando en la incógnita si ahora piensa igual o diferente sobre la locura, y que como consecuencia de ello, todo el poema se constituya en un solecismo…

24.05.17

sábado, 13 de mayo de 2017

5 VOCES DESDE EL FONDO

ENRIQUE GONZÁLEZ ARIAS, GILBERTO MUÑIZ CAPARÓ, ARELY ARÁOZ VILLASANTE, RODOLFO DONDERO RODO Y RODOLFO SÁNCHEZ GARRAFA, A NOMBRE DEL CÍRCULO ANDINO DE CULTURA, EXTIENDEN UN AMOROSO SALUDO A TODAS LAS MADRES DEL MUNDO EN SU DÍA:








¡FELIZ DÍA MUJERES DEL MUNDO!

Feliz día a las mujeres del mundo, las que no han engendrado y se sienten y cumplen su función de madre, a todas las mujeres que han tenido que tomar decisiones de abortar por la razones que tuvieran y saben el dolor de esa acción, a todas las que han parido y cuidado de esos hijos, a las abuelas que hoy siguen cumpliendo su rol de madre, a las tías que son madres prestadas de un momento en la vida , a las madrinas que son las que aún no tienen su día y debemos recordar .

Gracias MUJERES en nombre de la humanidad !

Enrique González




LA POSTRERA LÁGRIMA
(A mi Madre)

Brotó solemne cuando ya todo había concluido....
Giró preciosa, diáfana, transparente.
Parecía una perla vestida de luz,
Fruto del sentimiento humano;
Símbolo reluciente de la tristeza,
Ejemplo de congoja y conmoción.
En un par de vueltas depositó su cristalina figura.
Lo hizo en el primer surco marchito, sin resuello.
Una de las tantas grietas resecas que encontró en su calle.
Era la última gota del manantial de la estancia,
La extrema nota del Himno de la vida,
El puente roto de la esperanza fallida.
Tal vez su presencia de solemne caridad
Pudo haber servido para humedecer
Aquella escalofriante aridez;
Pero ya era tarde para tal consuelo…
Sólo consiguió virar intacta y atravesar los tajos
Que el cansancio le había dejado en vida al rostro inmutable.
Y siguió su marcha inmaculada.
Presidió su propia pena.
Arrastró su propio duelo.
Con prístino candor se abrió camino
En el largo trecho de la mueca aciaga,
En esa mejilla que ya estaba yerta.
Hija de la entraña madre;
Producto tierno de los sentimientos más fecundos;
Carísimo regalo ungido en el ocaso
Por una mujer que fue retoño de la sabiduría inmanente.
Un ser humano que fundó familia
Y sociedad y Patria.

Julio Gilberto Muñiz Caparó


El PERFUME DE MAMÁ 

Hoy entré a una florería para buscar unas flores que me acerquen a las celebraciones por el día de la madre, como si ellas necesitaran solo un día; y al sentir el tímido invierno que empieza a asomar por las calles de esta ciudad voraz, sentí nostalgia de mi niñez y del lugar donde nací y crecí. 

Cierro los ojos y en alas del viento de otoño lo vuelvo a encontrar, pese a la enorme distancia que nos aleja, lo redescubro apacible y dulce, perdido entre el rumor del rio y la soledad de las montañas que lo rodean y sin apenas darme cuenta empiezo a sentir el olor embriagante de flores silvestres y con más fuerza la visión de los limoneros en flor. 

Sí limoneros.... plenos de flores de azar perfumadas, hermosas y sencillas como la sonrisa de todas las madres al ver crecer a sus hijos. 

Vuelvo a caminar entre los árboles de naranjos y cítricos, que desde siempre, crecen en nuestra casa de aleros azules y que cultivo para ensayar la felicidad que siento al ver a mis nietos jugar dentro de ellos, coger algunos frutos y disfrutar despreocupados su niñez, mientras un trino de nostalgias se apodera de mi alma. 

Un olor fresco a limones expande su perfume entre el pasto verde y siento la profunda convicción de que todas las madres vivas o muertas, jóvenes o ancianas, pobres, ricas, profesionales o analfabetas siempre están en los entresijos del alma, han instalado allí y para siempre sus nidos, huelen a limoneros en flor, a escándalo de jazmines, porque son el único espacio inviolado del corazón donde tienen siempre sus instantes de rosa para perfumar el alma de sus hijos especialmente en momentos de adversidad o tristeza. 

SOLEDAD, Madre amada, Soledad de todos los tiempos, silencios y palabras... gracias.. porque has dejado en tus hijos y nietos y en los míos impregnada tu ternura con la misma fuerza que el perfume de todos los limoneros que tú tanto cuidaste amorosamente y me enseñaste a querer. 

Arely Araoz Villasante 




POR EL DÍA DE LA MADRE 


Un intersticio siempre habrá ... 
si no una ventana
o la puerta grande
por donde entrar al amor de madre.
Ella es luz de color bluyín
sabor a miel y fruta madura
suave brisa que besa el alma
faro permanente en la borrasca
aire en la duda que despeja
siempre es un amanecer
madre que no estando está
dibujando la caligrafía en el andar
Somos todos sus hijos cantores
que cantan sin saber cantar
esa canción de cuna de la madrugada
ese cuento dorado por la fantasía
ese recuerdo de tanto silencioso amor
ya llega en mayo su domingo de fiesta
de fábulas y cuentos… de besos
de enérgicos jalones y reconvenciones
de enseñarnos a rezar para perdonar
Ya llega el día de la madre universal
la que es de todos que aunque no esté
¡siempre está!

Rodolfo Dondero Rodo







MARÍA MADRE

María, madre dulce y cariñosa
siendo niño y aún de joven
                            escribí muchos versos para ti.
Hoy, madre ausente
la madurez me lleva de las manos
y todas mis mariposas vuelan
hacia la luz que encendiste
aquel día
el preciso día en que nací.
Escribo tu nombre y un sin fin
de cosas bellas
bullen en el recuerdo
son tantas que felizmente desbordan
las que podrían hacer ingratas
                                       nuestra vida presente.
Madre, María cariñosa y dulce
quiero decirte que en esta casa me alegra
una niña que será como tú.

Madre, María cariñosa y dulce
jamás se oscurezca tu cielo
nunca se aquieten tus manos
sea benigno contigo el tiempo
y muchos infantes se solacen
                                       cobijándose en tus brazos.
María, madre dulce y cariñosa
no se consuma el calor de tu palabra
ni se detenga tu afanoso trajinar
no haya soledad en el huerto
que nunca dejaste de cultivar.

Rodolfo Sánchez Garrafa



Lima, mayo de 2017.




viernes, 12 de mayo de 2017

POIESIS DE GROVER GONZALEZ GALLARDO*

Rodolfo Sánchez Garrafa


Poiesis alude a todo proceso creativo, mediante el cual el hombre es capaz de hacer que algo pase de no ser a ser. Se entiende que para crear se requiere de conocimiento, por un lado; y, por otro, de técnica, que se aplican mediante una actividad en la que destaca un componente lúdico.


El Génesis explica que en el principio la tierra estaba sin forma y vacía. Yacían tinieblas sobre la haz del abismo, que es cuando Dios dijo: “Haya luz” y hubo luz. Vio entonces que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas, en el primer día de la creación. Es así que al hablar de luz y oscuridad nos remontamos a un acontecimiento primordial que yace en la memoria profunda de la humanidad. Viene al caso señalarlo porque la poesía de Grover González Gallardo tiene una virtud catalizadora y transhistórica capaz de insumir saberes tradicionales, intuiciones, prefiguraciones planetarias y muchas otras manifestaciones que la mente es capaz de generar.

Leamos su poema Poiesis incluido en “El sueño de las sombras” (2016):


POIESIS

La luz se desmorona, borbotea,
Se despoja de su implacable sombra:
Herida, su sangre se sumerge,
Desata raíces, racimos,
Fósiles que laten hasta ser el eco
De sus futuras formas:
¿Quién llora al sumirse en la tierra
Como lluvia de una sola gota?
¿Qué ojos desvanecen las tinieblas,
Estrellas que abominan la atmósfera?

Pero la noche también se desploma,
Se ahoga en un lago donde el fuego
Jamás ha rozado la frialdad
Que parpadea como una incógnita:
Volteo la página y la luz aún persiste,
Serpea sobre las sombras:
La noche regresa intacta, golpea mi alma,
Se marcha tras las huellas dejadas por la aurora.



Este texto, cuyo núcleo es la creación, puede ser abordado, entre otros, desde dos puntos de vista: Uno, atendiendo a la relación que el poeta establece con el mundo natural (cultivo de la naturaleza); y, Dos, en consideración a la manera en que el poeta proyecta su comprensión de la naturaleza a la explicación de su mundo interior (lo que para Platón era el cultivo del alma).

En la primera perspectiva, visualizamos una observación fina de la alternancia entre el día y la noche, entre la luz y las tinieblas. Es que la poiesis no se contenta con repetir lo que es sabido, sino que a partir de ese conocimiento formula una nueva aproximación al entendimiento o a la apreciación de la realidad cambiante.

Es comprensible que la visión de Grover González guarde cualitativa distancia con una mirada maniquea del mundo. Como sabemos el sistema religioso universalista maniqueo, fundado por el sabio persa Mani o Manes (Siglo III D.C.) y que tuvo vigencia al menos hasta el siglo XVII, postulaba un dualismo radical que reconocía la existencia de dos seres o principios supremos fundamentales: la luz (el Bien) y las tinieblas (el Mal), en situación de antítesis irreconciliable. 

En la poiesis del poeta, la luz y la oscuridad son polos opuestos pero vinculados por una relación de complementariedad y no de antítesis irreconciliable. Así, se nos muestra una realidad natural gobernada por ciclos de luz y oscuridad en permanente alternancia, aunque ella devenga de una oposición tensional. Si bien la luz despide a la oscuridad y viceversa, ello no implica eliminación, quizá sí un momentáneo despojo, solo transitorio porque al final ambas surgen indemnes de sus propios residuos. La luz, que herida se sumerge en la tierra, persiste serpeando sobre las sombras. La noche, que se desploma ahogándose en un lago de fuego, retorna intacta por las huellas de la aurora.

Agrego que advierto una simpatía entre la poiesis examinada y la cosmovisión de los pueblos originarios de los Andes, para los cuales el dominio de la noche es el tiempo caliente y el día un tiempo frío. La vida, en esta concepción, es posible gracias a la interacción dialéctica de los opuestos que de una u otra forma se complementan y se sostienen mutuamente.

En la segunda perspectiva, tal como ocurriera con Luis Cernuda Bidou, el poeta español de la llamada Generación del 27, Grover González experimenta de extremo a extremo con la luz y la sombra en su libro “El sueño de las sombras”. Lo que hace es perennizar el movimiento dialéctico con que la admiración por la naturaleza nutre su propia subjetividad. Grover vivencia la realidad y los más acuciantes impulsos, deseos y pulsaciones humanas, pues tanto la realidad exterior como el mundo interno son vivenciados como luz o como sombra. El sexo, la voluptuosidad, los sueños, se expresan como experiencias ora luminosas ora oscuras. No es entonces lo crepuscular el núcleo de su fascinación sino la alternancia misma, magnífica, indetenible, pero también dolorosa y aplastante. Así pues, en esta poesía, el discurso de la naturaleza se vuelca sobre la psique, lo erótico del cuerpo sobre la mente, vivenciada también en su aspecto de luz y de sombra. Al fin y al cabo, mientras uno tenga ojos no será posible mantenerlos cerrados e ignorar las experiencias de luz y de sombra o, lo que es lo mismo, aquellas que dan la forma a todo lo que percibimos mediante la vista.

Ciertamente, todos los objetos de la naturaleza son visibles merced a la luz que en algún momento incide sobre ellos. Gracias a la luz vemos los colores y texturas de los diversos objetos de la naturaleza. De hecho, el color y la textura son propiedades relativas a la luz y no a la sombra. El color no se manifiesta en la oscuridad y para acceder a la forma no hay otro camino que apelar al tacto, de modo que a distancia la forma nos resulta completamente ajena. Sin embargo, debemos considerar que la luz sola tampoco nos brinda acceso a la forma. La forma es un atributo que requiere el concurso de luz y sombra, solo así los objetos de la naturaleza adquieren contornos perceptibles, porque si no hubiera sombras todo sería un resplandor plano de luz, color y texturas. Esa es la lección profunda plasmada en “El sueño de las sombras”.

Hagamos como el poeta, y al voltear la página podremos ver flores abriendo o cerrando sus pétalos. Poetizar es, pues, abrir o cerrar los pétalos de la mente a la luz, pero también al calor de la noche, allí donde esto es posible, que sin duda lo es. En palabras de Grover González, evitemos ser espectros extraviados en la nada, hagamos de la piel una ventana, tengamos los ojos abiertos, y guardemos silencio cuando la noche se desnude.

* Grover González Gallardo (Cajamarca 1971). Poeta, abogado y ajedrecista. Hizo los estudios de Derecho en la Pontificia Universidad Católica del Perú y los culminó en 1997. Es miembro del Liceo Poético de Benidorm, España y del novísimo grupo poético Rara Avis. Su primer poemario “Manantial en el espejo” fue publicado el 2013 por la editorial Pasacalle. Recientemente ha dado a conocer su segundo libro “El sueño de las sombras” (Ediciones Vicio Perpétuo Vicio Perfecto 2016). En la actualidad se encuentra en el proceso de terminar un tercer libro de poemas.


ZEIN ZORRILLA Y LA POLÉMICA DEL INDIGENISMO Y DEL MESTIZAJE

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